El Tenerife resistió y venció al Amorebieta en un encuentro a ratos soso y a ratos entretenido en el Heliodoro que da continuidad a la mala racha que los de Íñigo Vélez están protagonizando. Secos de ideas arriba, no consiguieron poner en apuros serios a los chicharreros hasta los minutos finales, cuando la entrada al campo de Etxaburu espoleó al grupo.
Antes, el esquema sufrió serios problemas para sacar provecho a sus llegadas al área rival, que no eran pocas. La mayoría de las intentonas, balones colgados que Sipcic o León resolvían sin mayores inconvenientes. De hecho, un error del '23' en la segunda mitad facilitó el tanto que obligó a los suyos a subir la guardia.
En la otra punta del campo, no abundaban las ocasiones claras, pero los de Ramis sí que conseguían colarse en los dominios de Santamaría, quien acabó lesionado, de distintas formas. Y, cuando esto no era posible, Rubén Díez u otros especialistas aparecían para probar suerte con disparos desde lejos.
Tuvo que ser Elady quien abriera la lata al borde de la media hora inicial cuando contextó a la perfección de cabeza con un centro perfectamente ejecutado de Pomares. Le ganó el salto a Irazabal y superó al cancerbero visitante, que, en su estirada atrás para evitar el 1-0, se hizo daño en el hombro y tuvo que ser sustituido por Saizar.
Al '1' le tocó recoger también la pelota del fondo de sus mallas, pero en la segunda mitad, cuando los focos estaban en dilucidar si el Amorebieta iba a ser capaz de hacer efectiva su superioridad numérica. Antes del descanso, Mellot, protagonista de una actuación torpe, vio la tarjeta roja por dos amarillas. La primera, por una entrada a destiempo a Álvaro Peña; la segunda, por una patada tardía a Ozkoidi.
El Tenerife consiguió mantener a su rival en esa congestión de internadas que no llegaban a buen puerto aunque tuviera que defenderse con uno menos y hasta aumentó su ventaja gracias a un penalti de Irazabal por juego peligroso. Fue a despejar un balón que trataba de rematar Sipcic y, por lo cerca que estuvo de patearle la cabeza, el árbitro señaló el punto fatídico. Shashoua se encargó de transformar la pena máxima.
Los de Íñigo Vélez encontraron lucidez arriba gracias a la entrada al campo de Etxaburu, que, a los pocos minutos de entrar, aprovechó que Sipcic no le cubría bien en el primer palo para batir a Juan Soriano merced a un gran testarazo. El gol permitió a los 'urdinak' un arreón final que amagó con prender, pero quedó en nada, así que los puntos permanecieron en el Heliodoro.