El pitido inicial del Celta-Valencia se dio a las siete de la tarde. Un partido de fútbol dura 90 minutos, casi dos horas si tenemos en cuenta el descanso.
Si hubiera prórroga, el partido se alargaría hasta casi las tres horas. No digamos ya si se llegase a la tanda de penaltis.
Supongamos por un momento que el Valencia fuerza la media hora extra de prórroga. Con el 1-1 en el marcador de ahora mismo, necesita marcar tres goles, algo en principio posible.
Si resolviese el partido en esa prórroga, habríamos llegado a las 22:00 casi sin darnos cuenta. Su vuelo sale a las once. Es decir, no habría tiempo material. Y eso, sin pensar en penaltis.
¿Falta de previsión, falta de fe o exceso de confianza? A saber. Es un caso hipotético cuyas posibilidades de hacerse realidad son muy escasas, pero ahí está.