Aún hay tiempo, queda mucha temporada, pero el Valladolid empieza a mostrar los mismos síntomas de preocupación que el curso pasado. Le cuesta hacer gol y, como evidente consecuencia de esto, no puede sacar adelante los partidos.
Tras cinco jornadas, un único triunfo, el logrado en el Benito Villamarín, ante diez jugadores, en una recta final de infarto, en la que la moneda le cayó a favor al Pucela.
Empató a continuación en el Bernabéu, cayó en el Ciutat de València, empató ante Osasuna en casa y volvió a caer en La Cerámica. En total, cinco puntos de quince posibles.
Un arranque poco esperanzador, pero que también admite una segunda lectura: ha jugado cuatro de sus cinco partidos a domicilio, algo que en estos equipos que luchan por no descender siempre es un hándicap.