Arrancó con ímpetu el Espanyol, en un intento de arrinconar al Villarreal en el área de Sergio Asenjo y dificultar su identitaria circulación de balón. Una apuesta valiente de Pablo Machín en su estreno en Cornellà que respondió la parroquia 'perica' con aplausos a sus jugadores.
La defensa de tres centrales, los carrileros largos y una presión adelantada fue la carta de presentación del nuevo técnico del conjunto catalán, que recibió al Villarreal con la necesidad imperiosa de sumar de tres en tres para eludir la zona baja de la tabla.
Sin embargo, las buenas intenciones 'pericas' se diluyeron en las miserias defensivas que tanto le han lastrado en este arranque de temporada. Rubén Peña subrayó todos los problemas en el repliegue de los catalanes y sirvió a Toko Ekambi para que, con fortuna, abriera el marcador.
El jarro de agua fría templó el inicio vigoroso del Espanyol, aunque los de Pablo Machín lograron mantener la iniciativa y dieron continuidad a ese intenso comienzo con el que anularon el fútbol-control con el que el Villarreal trata siempre de dominar los partidos.
Un cabezazo de Johatan Calleri se encontró con el larguero en la recta final hacia el descanso, pero los 'pericos' acudieron al vestuario sin premio y con la necesidad imperiosa de reinventarse para no dejarse llevar por la depresión deportiva que vive el equipo.
A lomos de Callero y Vargas, el Espanyol subió una marcha tras la reanudación y se abalanzó sobre la portería de Sergio Asenjo con más fe que puntería. Lugares comunes de un conjunto catalán que empezó a descubrir Pablo Machín en Cornellà, donde los 'pericos' todavía no han ganado ni marcado esta temporada en Liga.