Nada más terminar el partido que su partido empató a dos con el Villarreal en territorio español, Gerrard le dio la enhorabuena a sus jugadores y esperó dentro del campo, de camino al túnel de vestuarios, para saludar a los rivales.
Ahí, la leyenda del Liverpool y hoy entrenador del Rangers, permaneció hasta que los jugadores del Villarreal, uno por uno, iban abandonando el terreno de juego.
A todos ellos les tendió la mano y les dedicó palabras cariñosas. Su equipo logró un preciado punto en uno de los partidos más complicados de la fase de grupos, pero para Gerrard fue más importante mostrar sus respetos a los rivales que celebrar. Sigue siendo el mismo.