Dicen que en una guerra nunca hay ganadores, solo unos que pierden menos que otros. Llevándolo al terreno futbolístico, y más concretamente al partido que nos concierne, podríamos decir que perdió menos Junior que Millonarios por diferentes motivos.
Al mismo tiempo, tenemos la convicción de que podemos hablar de guerra por la excesiva dureza con la que se emplearon algunos jugadores, especialmente del conjunto visitante, en algunos tramos del partido.
El choque comenzó con dinamismo y ocasiones, como el claro cabezazo de Gómez que Viera desvió con una parada de mucho mérito. La respuesta llegó con un corte imponente de Llinás cuando Miguel Borja se disponía a disparar completamente solo.
Mackalister Silva, minutos después, gozó de un cabezazo completamente solo en el área al que no supo dar dirección. Daniel Ruiz, muy activo, probó pasada la media hora una especie de vaselina que paró la zaga de Barranquilla prácticamente sobre la línea.
Esto, unido a las ocho tarjetas que vimos en este período, algunas de ellas muy feas, dejó en el aire la posibilidad de que fuese una segunda parte bronca y con poco fútbol. Por suerte, no fue así.
Y es que, pese al 0-0 final, ambos conjuntos lucharon por remediarlo. Eso sí, la jugada clave llegó en el 67'. El colegiado le mostró amarilla por demorarse en su saque de banda a Víáfar. Parece que no se dio cuenta de que era la segunda, porque se lo tuvieron que indicar los jugadores locales.
A partir de aquí, se trató de un quiero y no puedo por parte de un 'Embajador' que tuvo una última muy clara de Mackalister Silva, el cual se sacó un zurriagazo en el tiempo añadido que se marchó por muy poco.