Hablar de victoria contra pronóstico no es para nada descabellado. Eran el penúltimo contra el segundo. Debía haber sido un partido fácil para el Mallorca, pero se encontró con un Sabadell que marcó la que tuvo y que luego supo aguantar un asedio de casi 80 minutos.
Desde el primer minuto quedó claro que el Mallorca es quien iba a mandar sobre el terreno de juego. Tuvieron una tras otra a favor los 'bermellones', pero en el 13' saltó la sorpresa.
Fue en un córner. Un saque de esquina pasado, al segundo palo, que Juan Ibiza intentó devolver al meollo, y que se le quedó corto. Tan corto, que permitió que su compañero Jaime lo rematase. De chilena. Jaime Sánchez, un zaguero de casi 1,90, marcó de chilena un balón que estaba a la altura del pecho.
Así fue. Y de ese modo el Sabadell se puso por delante en el marcador. Fue una sorpresa, porque el Sabadell no ganaba en la Nova Creu Alta desde el pasado mes de noviembre.
Y más sorpresa fue tras ver cómo discurrió el encuentro. Porque el Mallorca redobló esfuerzos en busca del gol, aunque si bien se tomó algunos respiros durante el primer tiempo, lo cierto es que estuvo prácticamente todo el partido en el campo rival.
Tuvo una tras otra. Salva Sevilla tuvo una clara, desde la frontal, y en otras ocasiones fue Mackay, el guardameta del Sabadell, quien frustró a los 'bermellones'.
El problema es que sí, el Mallorca tuvo el monopolio de la pelota, y se hartó de poner balones al área rival... pero remates, pocos. A puerta, menos. Mackay apenas tuvo que trabajar en el primer tiempo, si bien en el segundo al menos tuvo que mancharse el uniforme.
Fue un asedio completo, sobre todo tras el descanso. Los segundos 45 minutos fueron netamente del Mallorca. El Sabadell cerró filas, y llegó a defender con seis, siete, ocho jugadores en su área.
Se le hizo eterno el segundo tiempo a los locales, pues no veían forma de tomar aire. El desgaste, físico y mental, parecía destinado a hacer mella, a quebrar su férrea defensa, a dejar un hueco por el que el Mallorca pudiera ver la luz.
No fue así. El Sabadell aguantó, y tomó aire como pudo. En contras que dejó morir en falta del rival. En saques de esquina. Con los cambios. Toda pausa era buena, sobre todo porque cada segundo que no se jugaba el Mallorca se frustraba más y más.
Cuando el asistente alzó el cartelón y mostró el seis, Luis García Plaza estalló, y vio la roja directa. Su homólogo, Antonio Hidalgo, seguramente consideró que era mucho, pero fue menos vehemente.
El Mallorca se ahogó en la orilla. No fue capaz de llegar a la playa. No hubo desembarco en Sabadell, porque al cuadro arlequinado le bastó una única llegada de peligro para marcar y volver a soñar con la salvación, que ahora está un paso más cerca.