Un equipo destinado a ser campeón puede fallar, una, dos, tres veces... pero no muchas más. La Juventus, tras ver cómo se tambaleaba una Liga que tenía en su mano desde semanas atrás, esta vez tuvo carácter y tiró de eficacia para vencer a una atrevida Sampdoria que, lejos de dejarse ir al no tener nada en juego, buscó y buscó la portería de un excelso Szczesny, inmadulado durante todo el encuentro.
Nunca estuvo cómoda la Juve en el partido. El planteamiento de Ranieri dificultó la labor de los de Sarri. Además, el técnico italiano se vio obligado a mover ficha con la tempranera lesión de Danilo. Arriesgó con la entrada de un Bernardeschi que, a la postre, acabaría siendo clave. Minutos después el estado de alarma se elevó todavía más con los problemas musculares de Dybala. No se la jugó Sarri y decidió sustituir al argentino.
Entre aviso y aviso de Cristiano llegó la pillería del portugués. En una falta en la frontal, propicia para su golpeo, sorprendentemente no estaba entre los lanzadores... con un motivo oculto. Con una jugada ensayada, Pjanic encontró al '7', que dibujó un movimiento para evitar su marca y golpear cómodamente a la pelota en el interior del área. 1-0... y la mitad del camino ya recorrido.
A partir de ahí, la Juve jugó con fuego y con el resultado, viendo cómo la Sampdoria, valiente, se animaba una y otra vez para poner en apuros a un Szczesny decidido a convertirse en el héroe de la noche.
Quagliarella, ex 'bianconero', las tuvo de todos los colores: con la derecha, con la izquierda y de cabeza... pero no fue su día. Entre el portero polaco y la defensa de la Juve hicieron pequeño al delantero.
Cuando mejor estaba la Sampdoria, Cristiano y la Juve sacudieron al equipo visitante con un contragolpe letal. El '7' llevó la pelota varios metros, sacó su habitual golpeo y se encontró a un buen Audero, que rechazó -no de la mejor forma- para dejar el balón a placer a un pillo Bernardeschi. Firmó el 2-0 con la típica acción de 'killer' en el área pequeña.
La expulsión de Thorsby parecía finiquitar la cita en Turín, pero la Sampdoria, como durante el resto del partido, no desistió. Se encontró con un par de ocasiones más, siempre con Quagliarella de por medio, pero Szczesny no rebajó su nivel durante los 90 minutos. Tampoco De Ligt, que también se marchó al banquillo al sentir ciertas molestias musculares.
Entre arreones de la Sampdoria, Cristiano intentó ampliar su renta en la lucha por la Bota de Oro y el 'Capocannoniere'. Primero se encontró con Audero en un contragolpe, después con el larguero en su especialidad, el punto de penalti, y, tras ello, vio cómo por escasos centímetros no llegó a empujar un balón que se paseó por la línea de gol rival.
Un hambriento Cristiano lideró a la Juventus, siempre respaldada por un colosal Szczesny, que evitó un resultado totalmente contrario frente a una Sampdoria de Ranieri que nunca mostró la bandera blanca.