Todo un ejercicio de paciencia. Así se puede resumir el partido del Tottenham ante el Brighton en el nuevo White Hart Line, que acabó decantándose cuando el mismo agonizaba.
Un solitario tanto de Eriksen en el 88' dio el triunfo al equipo de Mauricio Pochettino, que lo intentó de todas las maneras posibles durante los 90 minutos.
Desde el primer minuto hasta el último, el conjunto londinense tuvo el dominio total del encuentro, encerrando y atosigando a un Brighton que achicó balones desde el pitido inicial.
El flamante semifinalista de la Champions bombardeó a un equipo que lucha por salvarse del descenso, pero sus múltiples intentos, liderados por Dele Alli y Toby Alderweireld, acababan estrellándose contra la zaga o el meta visitante.
Al principio, el equipo local se lo tomó con filosofía, pero según caían los minutos y el gol no llegaba, el nerviosismo se iba haciendo dueño del estadio.
Los pupilos de Pochettino se jugaban dar un paso de gigante de cara a su presencia en la próxima Champions, pero el empate complicaba mucho la situación al equipo de Londres.
El tiempo iba pasando, pero el tanto del triunfo seguía sin llegar ante un Brighton cada vez más encerrado y que acariciaba con ambas manos un empate que se esfumó por obra y arte de Eriksen.
El danés, con un zurdazo raso y pegado al pago, puso fin a la resistencia visitante en la postrimerías del encuentro, desatando la euforia y dejando encarrilada la presencia de los 'sprurs' en la próxima edición de la máxima competición continental.