No es la primera vez que ocurre, ni será la última. Los banderines de los asistentes son piezas ya de alta tecnología, que avisan al colegiado principal de las acciones señaladas por estos, pero a veces fallan.
Se rompen, vamos. Y si no, que se lo digan al linier del Lugo-Osasuna. Se pasó de énfasis al señalar una jugada, y la mitad de su banderín salió volando directa a la grada.
La escena es cómica. El asistente mirando a todos lados, buscando su banderín, al darse cuenta de ya no estaba atado al mango, hasta que una simpática aficionada se lo devolvió. Y claro, le tocó cambiarlo. Porque eso no se puede arreglar así como así.
7 de abril de 2019