Aunque Italia no está en la gran cita, sí su espíritu. Poseyendo el corazón de Francia. El 'Gallo', que aún no se ha puesto gallito, ya está en octavos, con pleno de puntos y sin rastros de brillantez. No ha sufrido, no ha enamorado. La primera fase es para los supervivientes, sí, pero es un equipo al que siempre se le va a exigir más frac que chándal.
Y Perú, en cambio, ya puede facturar su maletas. Se esperaba una versión más fogosa. Su efervescencia apenas duró 15 minutos, a Lloris solo se le paró el corazón en un tiro de Guerrero. No está siendo un Mundial de buen juego, sí de selecciones que proponen más de lo que recogen. Los andinos, como Marruecos, se marcharán a casa habiendo sobado mucho el balón y disparado muy poco.
Le faltó una pizca de locura, al menos en la segunda mitad, a un equipo paralizado, más por el miedo que por la tela de araña de Deschamps. Llegaba al otro área, pero allí encontraba un precipicio. Apenas Carrillo aportó demencia. Guerrero no lo fue, Cueva no salió de ella, a Flores no le regaron de balones.
Una pequeña dosis de Mbappé
Valió el tanto casi imberbe y afortunado de Mbappé, el más joven de la historia 'bleu'. Ocurrió en los únicos momentos en que Francia se despertó de la siesta. Asestó un picotazo, anestesió a los de Gareca y empezó a jugar en modo ahorro de batería. Por ahora, le va bien así.
Se ve al arrebatador talento del PSG apocado, metido en un corsé que inhibe todo su potencial. Esa es la actual radiografía de este equipo, un león en el cuerpo de un caniche. Cuando Deschamps se mira al espejo, ve más a Kanté que a Mbappé.
Hay selecciones que arriesgan y juegan al fútbol sobre la cornisa. Otras, como la de Deschamps, son solo la acumulación de talentos. Un engranaje más preocupado de no fallar que de impresionar. Da la sensación de poder ser muy dañina cuando despliegue las alas. Pero, por ahora, los de Deschamps han preferido el pájaro en mano que animarse a volar.
A la espera de lo mejor
Por el momento, Francia ha caminado por carreteras sin tráfico. Ha podido manejarse circulando con suavidad. Australia le hizo un 1-1 de fogueo; ante Perú tocó madera en un disparo de Aquino a la cruceta donde se acabó toda la sangre peruana.
Si los galos rompen el cascarón en las eliminatorias, o ante rivales más exigentes, quizá la inteligencia de Giroud, el dominio de Pogba, los arrebatos de Griezmann o los amagos estelares de Mbappé, como se pudo apreciar en el segundo partido, puedan llevarles al siguiente nivel.
Perú ya no podrá elucubrar ni soñar más. El segundo y último tren se le escapó seguramente en el mismo andén que ante Dinamarca; a la 'franjirroja' aún se le veía deprimida por el penalti fallado por Cueva, por la luvia de llegadas sin gol del primer partido.
Sobró la segunda mitad, incomprensiblemente tranquila pese al claro dominio peruano. A Francia apenas le han bastado 30 de sus 180 minutos para presentar su candidatura. A la italiana, sin magia ni adornos. Eso sí, tienen razón los que defienden que el Mundial se gana en siete partidos y la Copa del Mundo no se enamora del juego, sino de los triunfos.