Llega ese momento de competición en el que tanto la Liga como la Champions son fundamentales. Y como se disputan de manera paralela, no hay tiempo de dormirse ni para rotaciones. Así que el Bayern quiso hacer los deberes bien: primero el Wolfsburgo, luego el Liverpool.
Y, aunque tardó en abrir el marcador, demostró su concentración y su hambre entre el minuto 34 y el 37, cuando Gnabry abrió el marcador y luego le regaló a Lewandowski el 2-0. Una buena ventaja para vivir la segunda mitad tranquilos y, y, ya sí, pensando en la Champions.
Fue Müller el autor de la asistencia con la que el recién renovado abrió la tarde. La puso el alemán y Gnabry remató en el área pequeña.
El segundo fue un contragolpe eléctrico. Robó el equipo bávaro, Thiago conectó con James, el colombiano rompió el fuera de juego asistiendo a Gnabry y, cuando parecía que iba a firmar su doblete, se la regaló al polaco para anotar a puerta vacía.
El gol, además, sirvió para romper la igualdad de Lewandowski con Pizarro para convertirse, ya en solitario, en el mayor goleador extranjero en la historia de la Bundesliga.
Al descanso, con el empate del Borussia en casa, se ponía temporalmente líder el equipo de Kovac, algo que no saboreaba desde septiembre.