El pasado domingo, el autobús del Olympique de Lyon recibió una lluvia de objetos en su llegada al Estadio Vélodrome para jugar su partido de Liga contra el Marsella. Una lata de cerveza impactó con la ventanilla de su entrenador, Fabio Grosso, y le causó una brecha por encima del ojo. El encuentro, al final, no se disputó y, unos días más tarde, el técnico se pronunció al respecto por primera vez a través de una publicación de Instagram.
"Lo que ocurrió el domingo por la noche podría haber sido una tragedia y, ciertamente, lo fue para el deporte y para todos aquellos que lo aman. Espero de todo corazón que pueda ser una lección para nuestro futuro. Gracias a todos por vuestro apoyo y vuestra cercanía. ¡Vamos, Lyon, juntos!", escribió el estratega, que acompañó este texto de una imagen de sí mismo en la que se puede apreciar cómo una gasa le cubre la zona afectada.
Las autoridades ya están trabajando para identificar a todos los responsables de la agresión. De momento, se ha detenido a 9 personas que se enfrentan a penas de hasta 10 años de cárcel. El ministro del Interior de Francia, esta semana, explicó que la culpa recae sobre los radicales aficionados y sobre los clubes, que tienen que imponer medidas para evitar este tipo de situaciones. Aun así, las prefecturas están afanándose en que todo se resuelva por la vía administrativa, no la privada.
El Olympique de Marsella, tradicionalmente, se ha visto condicionado por la actitud y los vaivenes de sus hinchas más extremos. De hecho, fruto de amenazas de este sector, el entrenador español Marcelino García Toral dejó el equipo hace relativamente poco, al igual que un directivo que es compatriota suyo. La inestabilidad en las gradas influye en los despachos y está permeando el terreno de juego.