En un salto, el futbolista del Guangzhou tocó primero la pelota con una mano y, después, la controló con la otra... Lo mejor de todo es que aún esperaba que el árbitro no pitase penalti y se escandalizó rodeados de rivales, que no dudaron en levantar corriendo las manos para protestar la acción.
Por desgracia para el jugador, el árbitro pitó la pena máxima y el Kawasaki empató el partido, que a la postre acabó 1-1.