Halilovic, o el problema de madurar demasiado rápido

Tiene que ser difícil, muy difícil que te cuelguen el cartel de estrella con apenas 18 años. Con esa edad llegó Halilovic al Barcelona, después de brillar en el Dinamo de Zagreb.
En su primera temporada en el fútbol español llegó a debutar con el primer equipo, media hora en unos octavos de final de Copa del Rey ante el Elche en la localidad alicantina.
Jugó otros nueve amistosos con el primer equipo, pero no encontró su hueco. Desde que llegó a Barcelona tuvo una gran pesión encima. Tenía que lidiar con dos pesadas losas.
La primera, la de ser llamado, de la noche a la mañana, a hacer de Messi en un futuro. La prensa afín vio en él a la futura estrella azulgrana, y la presión hizo que no pudiera ni demostrar si estaba o no a la altura.
La otra, la comparativa con el otro fichaje de futuro de aquel verano de 2014, Martin Odegaard. Dos años mayor que el noruego, pronto la prensa dio comienzo una competición entre ambos por ver quien era mejor. Y ni uno ni otro triunfaron en sus equipos y se fueron a buscar la vida fuera.
Halilovic fue cedido al año de llegar al Sporting de Gijón, donde cuajó su mejor temporada hasta la fecha. Jugó 37 partidos, anotó cinco goles, dio otras tantas asistencias y contribuyó de forma notable a lograr la salvación en la última jornada del cuadro asturiano.
Sin embargo, Halilovic demostró ese año algo que le acompañaría a partir de entonces, su irregularidad. El croata combina partidos de gran brillantez con otros directamente mediocres.
Terminada su cesión en Gijón, el Barcelona se lo vendió al Hamburgo por cinco millones, guardándose una opción de recompra prioritaria. Apenas jugó 7 partidos en media temporada.
En invierno de 2017 fue cedido temporada y media a Las Palmas, donde ha seguido con su irregularidad característica, aderezada con alguna inoportuna lesión para terminar de interrumpir su desarrollo.
Y, pese a todo lo vivido, Alen Halilovic sigue teniendo 21 años (cumplirá 22 en junio). Sigue siendo un prometedor muchacho con toda su carrera por delante.
El tiempo dirá si verdaderamente la excesiva presión arruinó una prometedora carrera o si ésta estaba condenada al fracaso por la forma de ser del futbolista.