Tenía que brillar. Tenía que lucirse. Héctor Herrera tenía que hacer un gran partido para llamar la atención de sus pretendientes en la Serie A, pero el mexicano se quedó a medio camino.
El partido en Roma fue una prueba de fuego para él. Con el brazalete de capitán, el mexicano debía guiar al Oporto, pero no fue así. Su aportación fue discreta, y aunque tuvo una buena ocasión de gol en la recta final, se volvió a Oporto derrotado y con la clasificación a cuartos comprometida.