La historia del fútbol no comenzó bien para Joao Félix (Viseu, 1999), que practicaba tantos deportes que se hacía impredecible adivinar su gran eclosión posterior. Puede que la culpa fuera de los compañeros de clase que lo elegían de los últimos en el recreo para hacer los equipos por su pequeño tamaño. O quizá del Oporto, que en las categorías inferiores lo cansó dudando de sus hechuras. El pasado ahora es material para sus memorias. Las que mañana deben escribir que se bebió su gran porvenir a sorbos.
El futuro se ha hecho presente para este hijo predilecto de Viseu, donde ya agluitina más fama que el legendario Paulo Sousa, quien llegó a ganar dos Copas de Europa consecutivas. Tras exhibirse en el Benfica, el Atlético de Madrid hizo la inversión de su vida por el tipo que podría sostener parte de la estela que dejará Cristiano, si sigue así. Y aunque muchos clamen por que el método de Simeone no impulsa lo mejor de su talento, la cara B del fútbol b para su verdes 20 años.
Joao Félix, declarado seguidor de Rui Costa, se proyecta en él por momentos, cuando arranca a regatear sin mirar atrás. O cuando encuentra huecos imposibles para habilitar a sus compañeros. Sí, el discípulo absorbió lo mejor del maestro. Y le puede superar si continúa su progresión.
Tras 20 goles y ocho asistencias en el Benfica el curso pasado, este año, según nos recuerda ProFootballDB, debe contentarse con 1.07 pases clave y 1.24 regates por cada 90 minutos jugados. Con el Cholo nunca ha sido capitán general, y el banquillo ha sido su rutina para empezar en él o sentarse en él antes del pitido final (solo ha completado 9 de sus 28 encuentros oficiales).
Simeone ha optado por mimarle cuando lo que mejor le sienta a este hijo de profesores es desplegar las alas. No hay que protegerlo. Ni siquiera de las patadas que recibe, que le dan más ganas aún de encarar. En el Benfica se convirtió en líder natural y batió registros de precocidad. Hasta que rompió del todo el cascarón en la inolvidable eliminatoria de Europa League contra el Eintracht de Frankfurt. Cuando todo el mundo miraba a Luka Jovic como estrella del futuro, el luso reclamó para sí todos los focos con un 'hat trick', una asistencia y una exhibición portentosa.
Joao Félix es, por definición, un mediapunta. De esos de los de antes, a los que hay que pedirle menos corsé para confiar en la moneda al aire de su arsenal de recursos para decidir partidos. Su capacidad imanta más éxitos cuanto más cerca del área rival. Es un niño feliz con espacios por su pasmosa facilidad para sortear rivales, pero también un magnífico abrelatas ante muros rivales.
Hay que tener paciencia con él, pero eso implica quitarle responsabilidades, pues no le asustan. De hecho, entre su fútbol y el resultado de su equipo suele haber un cordón umbilical: si él es feliz en el campo, el triunfo acaba por llegar.