Es, sin más, el dorsal 33 del PSG. No puede lucir nombre ni apellido en la camiseta porque juega en la élite con ficha de aficionado. Las bajas le empujaron a la titularidad y ahora es drama de estado su previsible marcha gratis al término de su contrato. Nianzou Tanguy Kouassi (París, 2002) ha necesitado poco tiempo para pasar de anónimo a codiciado a través de un fútbol grácil, mucha sangre fría y la versatilidad para actuar también como mediocentro. Todo ello en 12 partidos con el PSG y adornados con tres goles y una asistencia, pues él no sube a rematar, sino a embestir.
Existe casi unanimidad en Francia acerca de que el central, con sus 17 años, encabeza la lista de defensores más prometedores del país. Pero no busquen en él a Desailly o Thuram. Su modelado le acerca más a Blanc. Porque hablamos de un defensa espigado pero elegante. Físicamente armado, aunque más defensor desde la astucia que desde el cuerpo a cuerpo.
Verle en acción por momentos recuerda a aquellos partidos en que Guardiola situó a Yaya Touré de central. Y es que, en cuanto recupera una bola, se obsesiona con darle una limpia salida. A uno o dos toques, con un servicio en largo o animándose a arrancar desde la cueva con esas botas de talla gigante. Y teniendo en cuenta sus 6.13 duelos ganados por cada 90 minutos de juego, como rescata ProFootballDB, ello amplifica las posibilidades de tener atinados inicios de juego.
A veces parece algo torpón por sus largas piernas (es diestro) y asume más riesgo del debido. Lo bueno de sus defectos es que son de los que se atemperan con la experiencia en las canchas.
Lo mejor es que aún adolescente ya domina conceptos que ni algunos treintañeros llegan a desarrollar, como la colocación inteligente, el dominio de los espacios y esa ortodoxa manera de defender a jugadores más rápidos o habilidosos.