El Molinón ha caído. Ha caído por primera vez esta temporada en Liga y lo ha hecho a manos del Mirandés. Regreso impoluto a la competición por parte de los de José Alberto tras varios problemas con el coronavirus con victoria ante el Sporting, que dejó escapar un partido que tenía encarrilado.
Encarrilado, porque, habiendo sido de lo más igualado en su primera mitad, abrió la segunda con penalti en su favor por mano de Meseguer y gol. La jugada fue caótica. Primero, Babin marcó después de un centro al área; después, el colegiado revisó la jugada por posible mano de Babin y, al final, acabó anulando el tanto y pitando una mano de Meseguer. La pena máxima la transformó Djuka.
De ahí en adelante, dio la sensación de que eran los de David Gallego los que mejor plantados estaban en el campo. Antes, a pesar del clima de equilibrio, las internadas de los 'jabatos' llevaban más peligro, sobre todo si la pelota no pasaba cerca de Babin, protagonista de una gran actuación.
Esto no quiere decir que el Sporting no llegara. Sí lo hacía, apoyado en los destellos de calidad de Manu García y en un Djuka que tiraba desmarques constantemente. El problema, que en ninguna de estas intentonas tenía que esforzarse en exceso Lizoain.
Mariño, en la otra punta del campo, estuvo correcto hasta que el Mirandés sacó a relucir su mejor versión. Lejos de acusar el cansancio de estar ya en el ecuador de la segunda mitad, el equipo trazó una jugada magistral que culminaron Cristo, pase de tacón, y Moha, disparo raso al palo corto.
Si la zaga gijonesa ya había procurado demasiado terreno a su rival ahí, más cuando Marc Valiente despejó mal un pase en profundidad que no llevaba peligro, se lo regaló a Iván Martín y facilitó que labrara la remontada. Mariño no confió en su compañero, salió de su portería y esta estaba casi vacía cuando tiró el '7' para el 1-2 definitivo que los asturianos no pudieron convertir en empate.