Como está pasando hoy con el coronavirus, la enfermedad no parece tan grave hasta que una persona con nombre y apellidos la contrae. Algo así ocurrió en Reino Unido con la polio, allá por los años 50.
La poliomielitis, o polio, es una enfermedad vírica que puede afectar al sistema nervioso. Asintomática en la mayoría de los casos, una minúscula minoría puede derivar en graves complicaciones, que van desde la parálisis de miembros a la muerte.
Es una enfermedad que se conoce desde tiempos inmemoriales. Representaciones de funcionarios del Antiguo Egipto ya muestran a hombres con deformaciones en sus piernas, algo que se evitaría mostrar en un 'retrato' si no fuera porque seguramente sirviese para identificar al retratado en sí.
Descrita por primera vez en el Siglo XIX, en el XX la enfermedad seguía existíendo, y golpeaba a la población de forma indiscriminada, pese a que a partir de 1949 empezó a ser controlada. La primera vacuna eficaz la elaboró Jonas Edward Salk, y a partir de 1954 ya pudo administrarse.
Hasta entonces nadie estaba a salvo de la polio, una enfermedad que, aunque afectase principalmente a los niños de entre 4 y 15 años, también podía darse en adultos. Que se lo digan a Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos de 1933 hasta su muerte en 1945.
Pero en los años 50 la vacuna aún era visto como algo extraño. La polio, una enfermedad de climas templados, no era una plaga en Europa. No había de qué preocuparse, solo había matado a 3.000 personas en Reino Unido en toda la década.
Todo cambió, al menos en el Reino Unido, cuando el futbolista del Birmingham City y de la Selección Inglesa Jeffrey 'Jeff' James Hall falleció a consecuencia de la polio.
Como es habitual en los adultos que contraen la enfermedad y esta afecta al sistema nervioso, fue fulminante. A finales de marzo de 1959, antes de jugar un partido contra el Portsmouth, un partido que sería fatídico, avisó de que se encontraba mal.
Se le diagnosticó un simple catarro, y con antigripales jugó el citado encuentro, el 21 de marzo. Al término del mismo fue directo al hospital. No podía con su alma, y era normal: le fue diagnosticada la polio.
Su salud se deterioró a toda velocidad, y eso causó un gran impacto en la opinión pública de Birmingham y el Reino Unido. Hizo falta que la polio matase a un famoso para que la población reaccionase.
El último hilo de vida de Jeff Hall se cortó el 4 de abril, tras tres operaciones y depender de un respirador artificial. La noticia de su muerte sacudió al mundo del fútbol.
Su muerte no fue en vano. El Reino Unido tomó conciencia de que esta enfermedad no respeta edades ni estatus social. Las vacunas se agotaron en pocos días. Lo que 3.000 muertos anónimos no habían logrado en la década de los 50 lo logró el fallecimiento de un único futbolista.
Hoy en día, gracias a las vacunas, la polio es un recuerdo del pasado, al menos en Occidente. Y así seguirá siendo siempre y cuando aquellos irresponsables sociales que rechazan las vacunas sigan siendo una minoría.