El 21 de octubre se está convirtiendo en una fecha tétrica para la afición de la Roma. Hace siete años, el Bayern Múnich asaltaba el Olímpico con un sangrante 1-7 que aún duele en la capital italiana. Y justo el pasado jueves, en la séptima (¿casualidad?) efeméride de dicho partido, el Bodo Glimt se quedó a un gol de igualar la humillación del Bayern a la Roma.
Bodo Glimt 6-1 Roma. No hay edulcorante que valga ante una derrota de tal calibre para un equipo que, tras la llegada de Mourinho al banquillo, pretende mirar a lo más alto. Los periódicos italianos no perdonan: 'La Gazzetta' habla de «fracaso histórico»; 'Tuttosport' lo califica de "desastre", y 'Corriere dello Sport' se queda con "pesadilla".
'Il Romanista', diario enfocado expresamente a la Roma, pone el foco sobre la afición 'giallorossa'. Cuatrocientos aventureros que recorrieron los 4000 km que separan la zona mediterránea del círculo polar ártico un jueves otoñal, a -5ºC, en busca de una buena noche de fútbol. Sin embargo, lo único que se llevaron fue su honor como incondicionales y la cara pintada de sus futbolistas.
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— Il Romanista (@ilRomanistaweb) October 21, 2021
La Roma perde 6-1 con il Bodø e oltre alla figura vergognosa lascia un senso di amarezza profonda in tutti i suoi tifosi, a partire dai 400 che l’hanno seguita pure al Circolo Polare di giovedì sera. pic.twitter.com/uirFK3J8Ea
"Traicionados". Una palabra fuerte, pero que refleja el ánimo de más de uno de los romanos que anoche estuvo en Bodo. La repulsa de la afición fue patente, hasta el punto que Lorenzo Pellegrini tuvo que llevarse su camiseta de vuelta al vestuario tras el rechazo de la grada, que no quiso el regalo.
Las sensaciones de cara al partido ya eran negativas en la capital. Parecía que nadie quería jugar ese tercer partido de Conference League, y Gianluca Mancini no pudo ser más claro: "Este partido es la penitencia por la temporada de mie*** que hicimos el año pasado". No obstante, la penitencia aún estaba por llegar.
Mourinho optó por dar espacio a los menos habituales. La alineación titular incluía una defensa inédita con Reynolds y Calafiori por bandas e Ibáñez y Kumbulla en el eje. En el centro del campo entró un Villar que continúa inédito en Serie A, y arriba jugó un Carles Pérez que fue la única alegría para la Roma en una noche tan aciaga.
A pesar de que el equipo A saltó al campo tras el descanso, solo lo hicieron sus camisetas y no su jerarquía. La entrada de los Pellegrini, Cristante, Mkhitaryan, Abraham o Shomurodov no sirvió para evitar la debacle de una Roma que recibió cuatro goles en el segundo acto. ¿Un problema de calidad, o de actitud, pues?
José Mourinho lo tenía claro: «Si pudiera jugar siempre con los mismos once lo haría. He corrido un gran riesgo con los jugadores que he alineado. Conozco las limitaciones de nuestros jugadores, pero me esperaba una respuesta diferente, no han tenido el nivel».
No se puede decir que 'The Special One' no lleve razón. Marash Kumbulla se ha convertido en un fantasma del defensa que despuntó en el Verona, mientras que muchos siguen buscando una explicación lógica al fichaje de Reynolds. Es obvio que Mou no podía salir ante los medios y sonreír como si nada hubiese pasado, ¿pero es la solución una rueda de prensa tan incendiaria por su parte?
El arranque de la Roma en Serie A ha sido bastante bueno. Los 'giallorossi' ostentan la cuarta plaza por encima de Juventus o Atalanta, y han dejado buenas sensaciones generales. Ahora se hace evidente el miedo a las secuelas sobre la moral de la plantilla, motivadas por la actitud de su entrenador.
Mourinho dejó claro que no confía en una parte de su plantilla. Pero había conseguido crear un grupo fuerte y competitivo. Tras esto, el devenir de la Roma se transforma en una incógnita. Un equipo que trata de combinar experiencia y juventud, como otros grandes proyectos, pero que todavía no conoce el verdadero tamaño de su ambición.
Todo esto se engloba en el marco de la Conference League. Una competición que los amantes del fútbol, como tales, han debido acoger en su agenda. Sin embargo, su conveniencia para los más grandes es cuestionable. ¿Por qué jugar un partido a desgana el jueves para llegar al domingo y disputar la liga con las piernas cansadas?
Las reflexiones en la Ciudad Eterna deberán ser fugaces, pues el domingo espera el Napoli como flamante líder de la Serie A. Mourinho tendrá que guiar el rebaño hacia la compostura, y los jugadores deberán aprovechar esta seria y horrible advertencia para despertar. O bien pueden lucir la fuerza mental que poseería aquel que se recuperaría de un 6-1 en Noruega en tiempo récord.