Todo pequeño sueña con llegar al fútbol de élite, vestir con la camiseta de su equipo, ser aclamado por miles de gargantas en un estadio abarratado y, sobre todo, defender la camiseta de su selección en campeonatos que reúnan a los mejores del planeta.
Un deseo que sólo se cumple si el futbolista es capaz de superarse y ser mejor cada día. Sin embargo, el aterrizaje de Justin Meram en la selección iraquí ha desbancado a todos los aspectos oníricos de cualquier infancia de un niño o niña amante del fútbol.
"Nunca pensé que fuese una posibilidad y después todo pasó. Han sido casi dos años para aclarar todo y poder ser elegible para jugar con la selección", cuenta el delantero del Columbus Crew a USA Today Sports.
La morbosidad de la noticia gira en torno a que el jugador jamás ha estado en tierras iraquíes, aunque cuenta con una ascendencia que le vincula estrechamente con el país.
Por el lado materno, el proceso fue claro y rápido al contar con todos los documentos necesarios. Mientras, la parte paterna necesitó de un proceso más conciso a fin de encontrar las credenciales que certificaran el bautizo y la educación de Justin Meram en Mosul.
Después de todo, el delantero pudo realizar su debut con la selección de Iraq y ya cuenta con tres choques, en los que ha tenido una destacada actuación durante la eliminatoria para Rusia 2018.
Pero el camino no es todo de rosas para Justin, ya que no disputó ni un minuto en el partido ante China Taipei tras un viaje de 27 horas.
"El fútbol es un lenguaje universal así que no hay mucha diferencia en el campo, pero quiero ser capaz de conocer a los jugadores y aprender de sus vidas", concluyó Meram.