Michael Keane llegó al Everton con 24 años y un prometedor futuro por delante. Pero allí comenzó una pesadilla que aún le atormenta. Una infección en un pie, poco habitual en un futbolista, le llevó a estar postrado en un hospital. De ese calvario habló en la 'BBC'.
"No quería salir, no quería ver a nadie. Sentía vergüenza por cómo iban las cosas en el terreno de juego. Me vine abajo, rompí a llorar y le conté a mi familia cómo me sentía. Toqué fondo. A partir de ahí, con laayuda de mi familia y mis amigos, comencé a hablar con psicólogos deportivos, algo que sigo haciendo con reagularidad", contó.
Ahora entiende que sus ansias por forzar aun lesionado eran vanas: "En ese momento quería estar con mis compañeros, estábamos pasando un mal momento. No quería que se me viera como el que tira la toalla, aunque estuviera lesionado... pero no fue lo mejor".
De ello ha derivado su compromiso para ayudar a una asociación benéfica para enfermos de salud mental. "Es duro si nunca lo has hecho antes. Quizá el orgullo te frena, pero completamente normal y está bien hacerlo. Hablar con alguien ayuda mucho, lo sé por mi propia experiencia", compartió.