Nadie dudaba de la capacidad de Frenkie de Jong, pero su año y medio a bordo del Barcelona aún dejaba frío. Y eso que lo ha jugado practicamente todo con Ernesto Valverde, Quique Setién y Ronald Koeman, pero este fin de semana, contra el Levante, le tocó brillar.
En cuestión de días pasó de un partido gris, sin verticalidad alguna como el que cuajó contra la Juventus, a ser el De Jong incisivo y protagonista que se recordaba del Ajax. El cambio de esquema de Koeman le sentó fenomenal.
No era la primera vez que el neerlandés aparecía como interior, de hecho ha ocupado todas las posiciones del centro del campo (y hasta ha sido central). Como pivote para iniciar la jugada, a la derecha, a la izquierda... y fue así, un poco por delante y con más libertad, como mejor funcionó.
La sensación en el 4-2-3-1 tan discutido de Koeman era de verle algo encorsetado. Como decíamos, contra la Juventus nunca rompió líneas. Solo dio un pase clave pese a que acertó 91 de 95 entregas, pero en su mayoría en espacios cortos y en horizontal. Esta versión más atrevida es la que buscaba Koeman y la que esperaba el barcelonismo.
Su efectividad en el pase fue el 92%: intentó 60 pases y acertó 55, y cinco de ellos fueron clave para generar una ventaja o una ocasión de gol. De una presión suya robó el balón, vio al '10' azulgrana y le plantó ante Aitor Fernández para lograr la victoria del Barça.
Acompañado primero por Coutinho y Busquets, después entraría Pedri, se vio al De Jong más De Jong. Arrancó a conducir, superó líneas con el balón y sorprendió llegando en la segunda jugada. En Messi encontró el mejor socio que puede haber.