El Parma ganó (1-2) en el Stadio Mario Rigamonti. A pesar de que la distancia en el marcador fue mínima, el conjunto visitante conquistó territorio ajeno y logró tres puntos muy valiosos para endulzar su tramo final de temporada a costa de un Brescia sin recursos que ya descendió de categoría.
A pesar de las intentonas de ambos conjuntos, no pasó nada de nada respecto a goles en la primera mitad. Sí que alguno acercamientos, como casi siempre, pero no fueron de suficiente peligrosidad como para que algún meta tuviera que recoger la bola del fondo de sus mallas.
Llegó el descanso sin triunfante ni vencido y los técnicos pudieron efectuar sus tácticas con bastante margen. Al que le iban a salir mejor es a Roberto D'Aversa, pues sus pupilos, una vez reanudado el juego, estarían más acertados. Matteo Darmian salió al rescate como desatascador en el minuto 59 y adelantó al Parma. Era hora de que los locales dieran el do de pecho si es que querían igualar las tornas. Entrada ya la segunda parte, Daniele Dessena apareció para hacerlo.
El tanto fue clave para abrir las cosas de cara al tramo final, en el que habría más cositas. La tensión reinante y las ganas de marcar y ganar llevaron al Parma a conseguir un gol que, al final, decidió el signo del encuentro. El equilibrio en el luminoso y la tentación de conformarse con el empate no hizo mella en el equipo de Roberto D'Aversa. Dejan Kulusevski se liberó de marca para conseguir el tanto salvador en el 81'.
Todo que tenía que pasar para el devenir del encuentro ocurrió tras el descanso, en 45 minutos postreros que impulsaron al Parma sobre el Brescia y que terminó certificando los puntos para los de Roberto D'Aversa. El conjunto visitante supo jugar sus cartas en la verdad, aun estando lejos de su campo.