Ocurrió lo impensable. La afición del Atleti, esa que dice que no pita a los suyos, abucheó a Griezmann tras ser sustituido. Ocurrió mediada la segunda parte, tras otro partido mediocre del francés.
Se le reprochó a Griezmann en más de una ocasión su pasividad, sobre todo en un claro contragolpe en el que el francés optó por dar pausa al juego en lugar de continuarlo.
Cuando Simeone decidió sentarle en el minuto 76 de partido, Griezmann quedó señalado. Y la afición decidió silbarle. Se acabó la comprensión. Se acabó la paciencia.