Todos los futbolistas entraron al vehículo con total normalidad. Cuando todo estaba listo, el conductor arrancó, aunque no encontró la manera de afrontar la cuesta sin golpear el bus con la pared.
Después de numerosas maniobras, con guía incluido, el autobús logró salir de aquella espiral de caracol que era la entrada al Estadio El Monumental. Por suerte, no hubo que lamentar ningún daño grave.
El conductor tardó unos cuatro minutos en sacar su vehículo de aquel laberinto. Tras mucho sudor y esfuerzo, consiguieron llegar a su destino.