Las gafas probablemente sean el complemento facial más usado por la población mundial. Sin embargo, la llegada al mercado de las lentillas han hecho bajar el número de personas que aún se mantienen fieles a ellas. Eso ha afectado también al deporte, y en este caso, al fútbol.
Aunque son bastantes los profesionales que juegan con lentillas, cuesta encontrar a alguno que lo haga con gafas. El primero que viene a la cabeza es el canterano del Atlético, Javi Montero, que ha ascendido al primer equipo esta temporada. Pero en el pasado, era mucho más fácil encontrarlos. Por ejemplo, destacan el mítico Edgar Davids, Annibale Frossi, Norbert Stilles, Leopold Kielholz, o el protagonista de esta historia, Joop Van Daele.
Van Daele jugó en el Feyenoord entre 1967 y 1977. Una década en la que se constató como uno de los mejores defensas centrales de la Holanda de los 70. Asimismo, fue uno de los pioneros de las gafas en el campo. Su compañero Rinus Israel también llevaba las suyas, pero sus problemas visuales particulares le permitían no llevarlas en el terreno de juego.
La fuerte miopía que sufría Van Daele hizo que necesitase las gafas incluso durante los partidos. Pero, como decíamos, no fue un impedimento para que su carrera deportiva se disparase. Su punto álgido llegó en 1970. El Feyenoord de Ernst Happel venció al Celtic en San Siro, proclamándose campeón de Europa. Pocos meses después, jugaría su primera y única Copa Intercontinental.
‘El club del Mosa’ se disputaría aquel trofeo contra Estudiantes de la Plata. El conjunto argentino acababa de conseguir su tercera Copa Libertadores, tras imponerse a doble partido a Peñarol. El equipo entrenado por Osvaldo Zubeldía se había constatado como una de las grandes potencias del fútbol sudamericano.
No obstante, aquel equipo sería también recordado por su “marrullería”, bastamente dicho. Las diversas y variopintas trampas que popularizó Estudiantes dieron la vuelta al globo más allá de sus títulos. Unas travesuras que alcanzarían uno de sus máximos exponentes en esta Copa Intercontinental.
Un equipo que impulsó la corriente del fútbol total, y otro conocido por su candente antideportividad, se dieron cita en este campeonato mundial de clubes. La ida se disputaría en territorio argentino, concretamente en La Bombonera, el 26 de agosto. Aunque los sudamericanos ganaban 2-0 al cuarto de hora, el equipo de Happel consiguió empatar el choque.
Este hecho levantó mucha resignación entre los argentinos. Sin embargo, el mantener la cabeza fría primó entre el equipo. Sabían que aún tenían otra oportunidad de aprender de sus errores, y tratarían de adelantarse en De Kuip para, esta vez sí, mantener la renta.
Sin embargo, el plan no llegó a buen puerto. El 9 de septiembre, dos semanas después de la ida, el hombre de gafas Joop Van Daele decidía la final de la Intercontinental con un golazo que dejó de hielo a Estudiantes. El holandés, que no había sido titular en ninguno de los dos partidos (había entrado desde el banquillo poco antes), consiguió coronarse.
El gol llegó en el minuto 65’, y la ansiedad se apoderó de los de Zubeldía. Esto se vio representado por Óscar Malbernat, capitán del cuadro sudamericano. Poco después del tanto, se dirigió fuera de sí al héroe de la noche, Joop Van Daele, ante la incredulidad de todo el Feyenoord.
“¡Tú no puedes jugar con gafas! ¡En Sudamérica está prohibido!”, le espetó Malbernat a Van Daele para, acto seguido, arrebatarle las gafas. Otros compañeros de Estudiantes, como Flores o Verón, se unieron al juego. Entre ellos se pasaron los anteojos hasta que, lógicamente, acabaron en el suelo partidos por la mitad, ante la indiferencia del árbitro Alberto Tejada.
Van Daele consiguió acabar el partido, pero su presencia fue paupérrima. Sin las gafas había perdido prácticamente todas sus capacidades balompédico-visuales, y no distinguía a los jugadores. Aun así, eso no le pasó factura al Feyenoord, que se alzó con su ansiada Intercontinental. La primera y la última de su historia, hasta ahora.
Finalmente, se hizo justicia en De Kuip. Aparte de este hecho, el Feyenoord se recordaría como el propulsor del ‘fútbol total’, y el Estudiantes se rememoraría como un equipo tan ganador como marrullero. Una confluencia demasiado pintoresca, que acabó siendo representada por las gafas de Joop Van Daele, actualmente expuestas en el museo del Feyenoord como un trofeo más de aquella noche.