Finalmente, Leo Messi pudo ser de la partida entre los titulares en San Mamés. El argentino, recuperado a marchas forzadas para el partido de Copa ante el Real Madrid, sí que parecía estar completamente listo para el choque de Bilbao.
Sin embargo, la noche del domingo no fue la suya. Estuvo impreciso en el pase como no suele y perdió más balones que en otras ocasiones, siendo el que más veces desperdició la posesión de todo el Barcelona.
También, eso sí, fue el principal motor del escaso juego ofensivo del equipo azulgrana. Desaparecido una vez más Coutinho, todos los balones peligrosos del Barcelona pasaron por las botas de Messi.
Se topó con el larguero tras una mala salida de Herrerín y puso en peligro al arquero bilbaíno con un disparo que se envenenó tras botar en el césped. Todavía en la primera mitad, le puso un pase milimétrico a Luis Suárez que el charrúa no remató por centímetros.
Tras el descanso, se le vio algo falto de ritmo. No hizo ninguna de sus clásicas arrancadas y abusó de las paredes y combinaciones por dentro, con lo que al Athletic le resultó muy fácil defenderle.
Sólo en un par de pases al espacio a Sergi Roberto pareció crear desequilibrio, aunque la luz del rosarino estuvo apagada ante unos 'leones' que, dicho de paso, son uno de los rivales más castigados por Messi en toda la historia.