La emergencia por la pandemia del coronavirus se hace notar en todos los ámbitos del día a día, también en el deporte, incluso en un lugar que parece intocable como la Champions League.
Dada las diferentes medidas tomadas en España y Alemania, la noche del martes en la gran competición europea dejó un contraste tremendo entre el RB Leipzig-Tottenham y el Valencia-Atalanta.
Está claro que la salud es lo primero, pero esto no evita que entristezca ver las imágenes de Mestalla, donde el brote de coronavirus que azota España e Italia obligó a que se disputara el encuentro a puerta cerrada y de un modo rocambolesco.
Impresionaron las imágenes del protocolo antes del partido, con el himno de la Champions tronando exclusivamente para las dos expediciones, trabajadores y un único espectador: la estatua del histórico aficionado Vicente Navarro. Algunos jugadores aplaudían levemente.
Durante el juego solo se podían oír los gritos de los jugadores, las instrucciones desde el banquillo y el eco del silbato. Todo con un edulcorante artificial permitido por la UEFA: una grabación de sonido ambiente a través de la megafonía.
2.050 kilómetros al norte en Europa, el Red Bull Arena tronaba para animar a su equipo en la vuelta de la eliminatoria contra el Tottenham. En Alemania, donde hay más de un millar de casos y hasta la fecha ningún fallecido, sí se permitía el encuentro a puerta abierta.
Y el público del RB Leipzig pudo apretar con sus más de 40.000 espectadores con el sonido propio de una gran noche de Champions. Ese que echaba de menos el conjunto 'che' en un día donde la remontada, aunque difícil, podía parecer menos lejana con los suyos.