La derrota por 1-0 ante el Mallorca, aquel ya lejano 19 de octubre de 2019, fue un punto de inflexión en la temporada del Real Madrid. Fue el momento más bajo de un equipo que comenzó el curso cargado de dudas y sin mostrar brillantez en su juego.
Zidane estaba señalado, y hubo quien se atrevió a pedir su cabeza. Courtois era en esos momentos un portero denostado, y no pocos temían haberse equivocado al apostar por él en lugar de por un valor seguro como Keylor Navas.
En definitiva, todo era negro en el club blanco. Sin embargo, sin hacer ruido, el Real Madrid está de vuelta. Sus jugadores están en su óptimo físico, como padeció el Valencia en las semifinales de la Supercopa, y todo el equipo parece estar entonado y coordinado.
Todas sus líneas han mejorado significativamente tras el naufragio en Mallorca, y ya nadie se acuerda de lo mal que se pasaba cada jornada por aquel entonces.
No es posible señalar en qué ha mejorado el Madrid y en qué no, porque ha sido algo global. Es algo físico, mental, surgido en el vestuario y en la planificación del día a día.
Pero, sobre todo, es esa especie de vicio 'merengue', esa necesidad de estar mal para luego renacer. Esa 'mentalidad Champions' que lleva a los jugadores blancos a dar el 110% únicamente cuando toca remar contracorriente.
El Madrid ya tiene el primer título de la temporada, un título que en circunstancias normales no tendría que haber podido aspirar a ganar, pero que se llevó tras pasar por encima del Valencia en semifinales y estrellarse con el Atleti en la final.
Ahora toca volver al mundo real, y mantener esa dinámica positiva en el campeonato liguero, para encarar los octavos de Champions con la inercia del título obtenido en Arabia Saudí.