Italia conquistó la Eurocopa del "It's coming home" en Wembley, antes más de 60.000 espectadores, con un desempeño bravo, que premió su valentía frente a la racanería de un Southgate que vuelve a quedar señalado. La 'Azzurra' repitió en los penaltis, como en las semifinales ante España, porque tiene un gigante en la portería que empieza a cumplir todo lo que prometía.
Donnarumma pudo ser el héroe gracias a la mayor fe de una Italia sin tantas urgencias en la final, que se sobrepuso a un gol en contra en el segundo minuto y que supo amilanar a una Inglaterra sin apenas dirección desde el banquillo.
Inglaterra arrancó en volandas, lanzada por los más de 60.000 aficionados que se congregaron en Wembley. Entraron más de la cuenta después de una bochornosa tarde en Londres, muy poco acorde a la entidad del partido. Los de Southgate se encontraron de salida con el gol de Shaw y el plan del técnico parecía hasta funcionar a la perfección. Adaptó su clásico esquema a uno con tres centrales y dos carrileros que se movió sin fisuras durante todo el primer tiempo. Trippier y Shaw se instalaron en el ataque sin grandes exigencias defensivas y entre ellos generaron el tanto que marcó el desarrollo la final. Centró el del Atlético tras excelente maniobra de Kane y remató el del United por el único sitio que dejaría libre en toda la final Donnarumma.
El 0-1 templó a Inglaterra, que fue olvidándose poco a poco de atacar. Italia era un manojo de nervios y los minutos pasaban muy rápido para la 'Azzurra', donde solo Chiesa parecía estar a la altura. Lo intentó sin mucha fe Insigne y se llevó el primer reproche de un equipo que hasta entonces parecía una familia.
Las transiciones de los británicos, con Kane demasiado alejado del área, aunque siempre oxigenando la salida al contagolpe de los suyos, mantuvieron la superioridad de Inglaterra en el primer tiempo. Italia vivía a rachas, siempre con Chiesa como gran protagonista. La Eurocopa del jugador de la Juventus, resucitado, ha sido excelsa.
Inglaterra se confía e Italia despierta
El paso por vestuarios recobró la unión de Italia, que atacó y defendió como un bloque en el segundo tiempo. Inglaterra, directamente, se olvidó de poner en apuros a Donnarumma. Insigne empezó a estar mucho más activo, aunque el que seguía generando todo el peligro en los de Mancini era Chiesa. Un tiro ajustado abajo suyo lo salvó de milagro Pickford en la más clara del segundo tiempo.
Pero la falta de sustos en defensa permitió vivir con mucha tranquilidad a Italia, que seguía amasando posesiones de cerca del 80% ante la complacencia de una Inglaterra que se sintió campeona con demasiada antelación. El gol de Bonucci tras un barullo en un córner fue una herida de muerte para Inglaterra, que llegó con vida a la prórroga con la lengua fuera, sin ideas y gracias a los ánimos de una afición también tocada.
Los últimos diez minutos de los 90 reglamentarios ni se jugaron, pues ambos firmaron un pacto para jugárselo en la prórroga y casi hasta en los penaltis. Italia se sintió con la red de Donnarumma, 'MVP' del campeonato y decisivo a la postre en la tanda desde el punto fatídico, mientras Inglaterra no divisó la urgencia que suponía irse a los penaltis ante un gigante como él.
El tiempo extra se esfumó sin grandes ocasiones, con Italia más cerca del gol en el primer tiempo e Inglaterra en el segundo. Ambas intentonas ya sin mucha fe y solo con las chispas de un pisotón de Jorginho a Grealish que mereció la roja. Con los penaltis en el horizonte, Southgate confirmó una vez más su conservadurismo. Sancho y Rashford entraron con miras a la tanda y apenas pudieron pisar el césped de Wembley antes de fallar sus lanzamientos. Inglaterra hubiera agradecido su calidad antes.
Como ante España, Italia estuvo tocada en la hora de la verdad y empezó por detrás con el fallo de Belotti, pero Donnarumma mostró su clase, volvió a hacerse enorme y terminó poniéndole su sello a esta Eurocopa. Si la de 1976, última que se decidió en penaltis, encumbró a Panenka, esta ya tiene el nombre del portero italiano marcado a fuego. La Eurocopa del "It's coming home" voló a Roma en una noche histórica.