No es la primera vez que vemos a Messi así. Es de dominio público que, ante contratiempos como el de Anfield, Messi puede pasarse días encerrado en sí mismo, haya o no partido.
Como si guardase duelo, Messi permanece serio. Ante el Getafe apenas se le vio sonreír. No celebró su propio gol (que acabó siendo en propia de un rival), y sólo esbozó una sonrisa cuando se le acercó el canterano Abel Ruiz a felicitarle.
Derrotas como la de Anfield le duelen a Messi, pero al argentino parece dolerle aún más que ante la adversidad la afición la emprenda con sus compañeros.
Ya mostró su malestar cuando años atrás los 'culés' pitaron a Luis Enrique, y esta temporada se posicionó del lado de Coutinho cuando los silbidos hacia el brasileño comenzaron a hacerse habituales.
En la despedida del Camp Nou, Messi tuvo que presenciar cómo, además de a 'Cou', sus propios hinchas pitaban a un referente como Sergio Busquets.
Messi se fue del campo tras el pitido final con la misma cara larga con la que entró al partido, pero quizá un poco más contrariado por lo vivido durante esas dos horas, sin despedirse de la afición tras el último partido en casa del curso.
Messi está dolido, y esto solo el tiempo lo cura. Por suerte para él, la temporada toca a su fin, y dispone de la Copa del Rey como premio de consolación antes de embarcarse en su enésimo intento de lograr coronarse como campeón con Argentina.