Hablar de Halvorsen en Noruega es hablar de un héroe nacional, del hombre que venció al nazismo dentro y fuera de los terrenos de juego. Un hombre que, por sus ideales, estuvo a punto de acabar sus días en un campo de concentración.
Pero vayamos por partes. ¿Quién fue Asbjorn Halvorsen? Nacido en 1898, fue un futbolista noruego que alcanzó gran relevancia en los años 20 y 30. Sus éxitos más destacados le llegaron en el Hamburgo alemán, donde colgó las botas.
'Assi', como era conocido, se pasó entonces a los banquillos. La Federación Noruega no tardó en contratarle. Primero fue secretario de la Federación, luego formó parte del cuerpo que elegía a los jugadores para el combinado nacional y, finalmente, el entrenador del mismo (un cargo que en origen estaba divido, no como hoy en día, entonces el 'seleccionador' no dirigía al equipo, solo decía quienes lo formaban).
Su primer gran desafío, los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Unos juegos que fueron una ratonera de dimensiones groseras en todas las disciplinas, preocupantemente preparados para que la Alemania Nazi exhibiera la supuesta superioridad de la raza aria al mundo entero.
Y aunque Alemania se llevó más medallas que nadie, se llevó unos cuantos batacazos históricos, más allá del famoso oro de Jesse Owens que tanto enfureció a Hitler (debía haberle entregado la medalla, pero en sus cortos esquemas mentales no cabía la posibilidad de estrechar la mano a un negro que, además, había vapuleado a sus perfectos atletas).
Otro muy sonado fue el costalazo que se dio Alemania en el Torneo Olímpico de Fútbol. Los germanos eran favoritos, junto a Italia (vigente campeona del mundo en un Mundial que tuvo más trampas que el Coyote, y que repetiría dos años después, en circunstancias similares, en Francia 1938).
Alemania empezó el torneo pasando por encima de Luxemburgo, a quien venció 9-0. En octavos de final se cruzó con Noruega, la Noruega de Assi, que venía de ganar 0-4 a Turquía.
No era posible que Alemania perdiera. La plana mayor del Reich estuvo presente en ese encuentro, en el Poststadion de Berlín. Hitler, que en un principio tenía previsto asistir a la final de polo, cambió a última hora de idea ante la insistencia de sus allegados.
Al Führer no le gustaba el fútbol, pero accedió. Allí se citó, con Hermann Göring, Rudolf Hess, Joseph Goebbels, Wilhem Frick y Bernhard Rust. La 'crême de la crême' del nazismo. Como para que hubiera pasado algo, quizá nos hubieramos evitado un guerra y un genocidio.
Sin embargo, Noruega pronto se saltó el guión. Se adelantó pronto en el marcador, Alemania apretó y, en el segundo tiempo, encajó el segundo. La derrota dejó a los anfitriones sin presea, y rodaron cabezas. El presidente de la Federación quedó señalado, porque instó al entenador, Otto Nerz, a reservar a sus estrellas. Y este fue apartado, aunque no fue cesado de inmediato.
El rival de los chicos de Assi en semifinales fue Italia, que venía a ser como una Alemania de Hacendado en lo ideológico, pero un rodillo con más trucos que Tamariz sobre el césped. En cuartos apaleó sin piedad a Japón (el otro miembro del Eje) por 8-0, y en semifinales apeó a Noruega de la lucha por el oro.
Italia marcó primero (Negro, en el 15'), Brustad empató el partido en la segunda parte, pero Frossi, en el tiempo extra, dio la victoria a los transalpinos. Noruega quedó relegad a la lucha por el bronce y ahí se impuso a Polonia por 3-2, tras ir a remolque buena parte del partido.
Ese bronce es, hasta la fecha, el mayor éxito de la Selección de Noruega en el ámbito futbolístico. La carrera de Assi no tuvo mucho más lustre, pues poco después pasó definitivamente a los despachos.
En 1939 estalló la guerra, y en 1940 Alemania invadió Noruega. Halvorsen pronto emergió como una figura de oposición, como la cara visible de la resistencia, y eso le acabó pasando factura.
Su enfrentamiento por carta con el 'Reichkommissar' de Oslo en esos años le acabó costando su detención por parte de la temible Gestapo. Su delito: señalar que este no podía entregar la Copa de Noruega, pues ese honor recaía sobre el Rey, exiliado entonces por la guerra.
Assi fue detenido y recluido en un campo de concentración detrás de otro. Pasó por Mollergata, Grini, Natzweiler, Neckarelz y, finalmente, Vaihingen an der Enz. Ahí fue encontrado, en 1945 por los franceses, desnutrido, enfermo, recluido en el pabellón reservado a los prisioneros en estado terminal.
Pero Assi sobrevivió. Sobrevivió al campo, sobrevivió a la guerra y, aunque esos años le dejaron una imborrable marca, vivió lo suficiente para volver a ver Europa en paz. Falleció en 1955. Estuvo trabajando para la Federación prácticamente hasta su último aliento, como secretario general.
El tiempo le ha terminado por reconocer sus méritos, y su figura hoy en día es poco menos que la de un héroe para muchos noruegos.