Mediada la primera mitad, Messi empezó a dolerse tras una jugada. La acción había pasado inadvertida, pero la repetición reveló el por qué de ese dolor.
Sergi Gómez despejó el balón y, de paso, a Messi. Una patada en la entrepierna cargada de mala fortuna. Una patada sin consecuencias, más allá del punzante dolor que sintió el rosarino durante unos minutos.