En el Heliodoro sumó 129 encuentros. Cinco temporadas en las que vivió de todo, desde ser una pieza importante hasta estar en un segundo plano durante dos campañas consecutivas. Pero en Málaga encontró una sonrisa que ya nunca se iría de la Costa del Sol.
Ahora entrena como segundo en el AEK Larnaca de Chipre, pero no hace tanto hacia las delicias de la afición blanquiazul. Llegó en la temporada 2005-06, de infausto recuerdo para el malaguismo, y sumó cuatro goles en 36 partidos. Tras un año nefasto, el equipo descendió. Una situación que, por desgracia, vuelve a sonar en La Rosaleda. Y precisamente eso es lo que pretenden los malaguistas. Volver a vivir esa película, aunque en la versión reducida.
Y es que a los blanquiazules no les sentó nada bien el cambio de categoría. Tanto fue así que firmaron la salvación en la penúltima jornada. El Cádiz visitaba La Rosaleda y el Málaga debía puntuar. A falta de cuatro minutos, el 0-1 hacía tragar saliva a los aficionados, pero apareció Antonio Hidalgo para llevar la locura a la grada. Ese curso, pese a la irregular marcha de los 'boquerones', acabó con diez dianas en 41 encuentros. Pero el mejor 'Hidalgol' aún estaba por llegar.
Gracias a esa primera piedra, en verano y con la lección aprendida, se construyó un equipo ganador. Un espejo en el que ya se miran los actuales jugadores. Muñiz capitaneó a un grupo de valientes que sumaron siete victorias consecutivas al inicio del curso. Entre ellos, un Hidalgo que llegó a anotar 14 goles en 38 partidos, y eso que no era delantero.
El mediapunta conquistó a la afición, pero su mejor regalo se lo guardó para el final. Un final que ya sueñan con repetir en la Costa del Sol. Suyos fueron los dos tantos, precisamente ante el Tenerife, que llevaron al equipo de nuevo a Primera. La Rosaleda fue una fiesta. Muñiz tocó el cielo tras haber llegado solo un año antes desde un modesto Marbella.
Al año siguiente, las dificultades económicos acabaron con la marcha de Antonio Hidalgo al Zaragoza, pero ya era tarde para que se olvidaran de él. El héroe del último ascenso. El héroe que todos recuerdan con una sonrisa que sueña con volver a presidir el templo malaguista a final de temporada.