De todos los que peleaban en esta penúltima jornada por quedarse en Primera, el Valladolid no era el que peor lo tenía. Gran parte de sus opciones de seguir en la máxima categoría el curso siguiente pasaban por ganar en Vallecas, y con esa mentalidad los pupilos de Sergio González saltaron al campo.
Desde el primer minuto, el Valladolid le puso un ritmo intensísimo al partido, presionando cada balón que manejaba el Rayo y provocando los errores rivales para, a continuación, buscar sin rubor la espalda de la defensa local.
Y necesitó sólo cuatro minutos para sacar petróleo de una acción aislada. Un balón para la carrera de Sergi Guardiola al área de Dimitrievski acabó con Abdoulaye Ba cometiendo un nuevo penalti, que Enes Ünal convirtió pese a que el portero macedonio le adivinó las intenciones.
Empezó de una forma inmejorable el partido para el Valladolid, pero una vez más este equipo demostró sufrir de vértigo al verse por delante en el marcador. Dio un notable paso atrás, y con el paso de los minutos, el esférico fue cada vez más y más rayista.
Eso sí, no fue hasta el 22' cuando el Rayo puso en apuros a un Valladolid que, por el momento, se defendía a las mil maravillas. Pero poco a poco el entramado defensivo de Sergio empezó a mostrar fisuras.
El Rayo detectó en las internadas por las bandas un filón, y lo empezó a explotar, primero sin éxito, luego con peligro. Pero tardaría en dar sus frutos. Acabó el primer tiempo el Valladolid sufriendo mucho, pidiendo la hora.
Se avecinaba un segundo tiempo dramático para los castellanos, 45 minutos que se antojarían interminables de seguir el guión de la primera parte, y así fue.
El primer aviso lo dio, eso sí, Sergi Guardiola, quien trató de aprovechar la combinación del sol de cara con el portero adelantado para sorprender a Dimitrievski, pero el arquero rayista reculó bien y atrapó el balón sobre la línea, sin sobrepasarla de milagro.
El susto espoleó al Rayo, que se volcó al ataque, buscando dejar una buena imagen en su despedida de Vallecas por esta temporada. Y de no ser por sus vicios de siempre (imprecisiones, malos pases, etc.), se hubiera llevado sin mayores problemas el triunfo.
El Rayo fue mejor en el segundo tiempo también, y puso contra las cuerdas a un Valladolid que cada vez más recordaba a aquel Pucela que tantas jornadas se dejó puntos por recular y recular hasta encerrarse en su área.
Los acercamientos se sucedieron, cada vez con más peligro, hasta que en el 73' apareció Medrán, el verdugo del Pucela en la primera vuelta, para poner las tablas en el electrónico. Un centro lateral fue cabeceado al fondo de las redes para hacer el 1-1.
Quedaban algo menos de veinte minutos, y quedó confirmado que el Valladolid sufriría hasta el pitido final. Pero en el minto 80 Enes Ünal obró una suerte de milagro con un buen pase para Sergi Guardiola, que el ex de Getafe y Córdoba convirtió, tras dejar atrás a los centrales, en el 1-2 que a la postre resultaría definitivo.
Con la entrada de Joaquín en lugar del propio Guardiola, Sergio echó el candado, y procedió a defenderse con uñas y dientes los diez minutos, más el alargue, que le restaban al partido, pero en Vallecas aún se celebró un gol más.
Un gol anotado a casi 600 kilómetros de distancia, el gol de Bardhi al Girona que daba el triunfo al Levante en el 86', y que sellaba la permanencia matemática del Pucela (y de los 'granotas') en Primera División.
Ganó el Valladolid uno de los partidos que menos mereció, y perdió el Rayo un encuentro que, quizá en otras circunstancias menos agónicas, hubiera ganado de manera holgada.
Tras el pitido final, la euforia blanquivioleta contrastaba con, una vez más, las caras largas de una plantilla rayista que ha dicho adiós a su afición dando la cara, pero sumando una nueva derrota.