Sigue invicto el PSG, pero sigue también dando muestras de irregularidad. Sigue dando la sensación de que en cuanto se tope con uno de sus teóricos rivales por el título, pasará verdaderos apuros. El Stade Brestois hizo lo que pudo y aun así no se despejó de su rival en el marcador hasta el mismísimo final.
La teoría decía que el encuentro sería fácil para el PSG, aunque jugase sin Messi, aunque jugase sin Neymar. Pochettino tiene plantilla de sobra sin estos dos titanes para llevarse de calle la Ligue 1. En teoría.
Porque en la práctica las cosas son bien distintas. En cuanto empieza el partido todo cambia, y cualquiera te puede dar un disgusto, sobre todo si subestimas a tu rival, el mal endémico que afecta al PSG desde que es el gran tirano del campeonato francés.
Se tomó en serio el PSG el partido hasta que de repente se vio dominándolo a placer. El Stade Brestois se limitaba a defenderse, y su máxima aspiración era cazar a su rival a una contra, pero ni eso le concedían los parisinos.
Así fueron pasando los minutos en Brest, hasta que una, por fin, entró. Ander Herrera enganchó un balón suelto en la frontal del área y empalmó una volea con la que batió a Bizot.
El PSG se lanzó en busca de un segundo tanto, tras anotar este primero, y lo encontró 13 minutos más tarde, en el 37', gracias a la clarividencia de un Mbappé que llevaba más de media hora esperando que le llegase algún balón.
Estaba anulado el delantero galo. Las tupidas líneas del Brest le dejaban sin opciones. No le llegaban balones e hizo como Messi, bajar a recibir para iniciar la jugada. Y la lio.
Se la dio a Achraf, quien devolvió al área para Wijnaldum, pero su remate pegó en un rival. El esférico salió bombeado y apareció entonces Mbappé para cabecear al fondo de las redes.
0-2 y partido resuelto. El Brest estaba tocado y parecía que lo mejor que le podía pasar era que llegase el descanso. Pero no, lo que ocurrió fue que en el 42', en una llegada aislada, porque apenas dispuso de jugadas el cuadro local, Mounie se la dio a Faivre y este, con un genial taconazo, habilitó a Honorat para que este recortara distancias.
Ese gol fue un toque de atención al PSG, pero no aprendió la lección. Si el Brest no logró empatar el partido fue porque le faltó acierto, no por falta de ganas.
Porque aunque la segunda mitad comenzó siguiendo el guion del primer tiempo, los locales tuvieron bastantes más ocasiones de peligro que en los primeros 45 minutos. Honorat, por ejemplo, fue un puñal por la banda derecha, poniendo en evidencia a Diallo, quien echó de menos algo de ayuda.
Pero ese gol, el del empate, nunca llegó. Lo que sí llegó fue el tercer tanto parisino, obra de Gueye a los 73 minutos, y que contó con la complicidad de un Bizot que confió y que acabó 'tragándose' el disparo desde 40 metros del centrocampista rival.
El partido parecía de nuevo sentenciado, pero el Brest no dio su brazo a torcer. Una vez más. Fue a cinco del final cuando volvió a meter el miedo en el cuerpo al PSG, cuando Mounie, a pase otra vez de Faivre, volvió a poner al Brest a tiro de un gol.
Pero con el equipo volcado al ataque, Di María, quien había sustituido a Mbappé en el 81', sentenció a la contra, con una vaselina marca de la casa. Al Stade Brestois le daba igual perder por uno que por dos, y decidió caer con orgullo.
Ganó el PSG, y sudó para hacerlo, mucho más de lo que cualquier hubiera pronosticado. Es cierto que aún le faltan varias piezas, pero Pochettino ya tiene casi al completo su equipo, y la imagen dada en Brest debería preocuparle, a pesar de los cuatro goles y la victoria.