Messi ha firmado celebraciones para la historia. Su camiseta a la grada del Bernabéu, por ejemplo, es una imagen icónica del fútbol mundial, pero siempre que enfila al centro del campo repite el mismo movimiento: mirada y dedos al cielo.
Detrás de esta liturgia del jugador del Barça está su abuela Celia, la mamá de su mamá, también del mismo nombre. La abuela de Messi falleció cuando el futbolista apenas tenía diez años, pero dejó en el astro una huella imborrable.
Fue su abuela quien se lo llevó por primera vez a una cancha cuando tenía apenas cuatro añitos. "Mi abuela le decía: 'ponelo'. Y le decían: 'No, no, que está muy chiquitito'. 'Ponelo, que te va a salvar el partido', le decía. Empezaron a discutir. Cambiaron un par de palabras y me puso. Al final hice dos goles ese partido", contó Messi hace años en 'TyC Sports'.
Fue su abuela quien se llevó al legendario futbolista a la cancha del Grandoli (el Centro de Educación Física Número 8 Abanderado Mariano Grandoli). Fue ella quien convenció a Salvador Ricardo Aparicio, su primer entrenador, para que lo pusiera a jugar.
Es a su abuela a quien dedica todos sus éxitos, un pilar fundamental en la familia Messi-Cuccittini que se marchó cuando Leo sólo tenía diez años. "Ricardo Darín es mi actor favorito. Mi abuela se parecía mucho a la protagonista de 'El hijo de la novia', hacía cosas que ella hacía y también tuvo alzheimer", recordó hace años Leo.
La mirada al cielo de Messi no es simple rutina. Los más de 700 goles de Leo tienen una destinataria especial.