"Red Bull te da alas", rezaba el lema de la conocida marca de bebida energética. Y la ciudad de Leeds nos dio a todos a un Haaland que, él solito, acabó con las ilusiones de un RB Leipzig que fue superado por el ansia del delantero criado en Noruega y por un Manchester City más apabullante y menos horizontal que nunca.
Las alas hacen volar, pero no lo hizo menos el 'repóker' del rey del gol a nivel mundial. Cualquiera que se puso el partido en el televisor, incluido algun fan de los visitantes, terminó gritando, exclamando, mandando tuits, mensajes de WhatsApp y llevándose las manos a la cabeza una y otra vez. No, no despegó nadie del suelo físicamente, pero ¿y de espíritu? Menos alas y más Haalands.
El 1-1 de la ida dejaba alguna opción al RB Leipzig. Ya decía Marcos Rose que tendrían que hacer el partido de sus vidas para pasar. Lo que no sabían es que el que haría el partido de su vida sería la máxima estrella de su rival. El City se mostró infinitamente más ambicioso, pesado, constante y amenazante desde el principio, un menú perfecto para que Haaland se pusiera las botas.
Ya había avisado el ex del Borussia Dortmund de que estaba especialmente enchufado. Llegó a rematar un pase largo de Aké con una aceleración más propia de Alonso y su omnipresente 33 que de un partido de fútbol, pero Blaswich, portero del RB Leipzig que no hizo mal partido pese a los siete goles encajados, evitó el 1-0. Lo retrasó, más bien, porque fue cuestión de tiempo.
Hasta los defensas rondaban el gol. De hecho, Akanji tuvo 4-5 ocasiones claras en el área chica a lo largo del encuentro y estuvo presente en varios de los goles de Haaland. Su primer acercamiento fue en el 19', el minuto que lo empezó a cambiar todo por un córner inocente.
El córner inocente que sí dio alas
El portero del RB Leipzig quiso pausar un poco el ritmo y se entretuvo a la hora de jugar el balón. Cuando quiso reaccionar, la presión ya era más que peligrosa y regaló un córner en el que todo empezó a cambiar. Rodri remató de cabeza para asistir a Akanji, que tuvo dos remates más que peligrosos, pero había pasado algo entre medias. Henrichs, de espaldas, rozó muy ligeramente el balón con el brazo, extendido, y el VAR le cazó.
Ahí empezó el recital de Haaland, quien, hasta antes del choque, 'solo' llevaba tres goles en los últimos nueve partidos. El noruego transformó el penalti pese a la buena adivinación de Blaswich en el 22'. Y en el 24', llegó el doblete. Él presionó, él se la cedió de cabeza a De Bruyne y él, con la testa, recogió el rechace del larguerazo del belga para hacer el 2-0.
El 'hat trick' acabaría llegando casi sin querer justo antes del descanso, pero ya avisó en el 31' con un disparo que sacó el meta visitante. El RB Leipzig apenas salía de su campo. Lo hizo con peligro por primera vez en el 34', cuando Ederson se la jugó al salir del área. Hizo falta sobre Laimer, pero el colegiado no la vio y el VAR consideró que no era para roja, por lo que quedó en nada.
Antes del 3-0, Gündogan la tuvo en una falta sacada rápida por De Bruyne, pero Blaswich, de nuevo, hizo mérito para poder decir, cuando llegue a casa, que el 7-0 poco tiene que ver con él.
Dos mazazos psicológicos y a disfrutar
En el añadido del primer tiempo, llegó el triplete de Haaland. Rúben Dias remató un saque de esquina y mandó la pelota al poste. El balón se paseó por la línea de gol y, al intentar despejarla un defensa, apareció el ex del Borussia para que le diera la pelota en la pierna y cerrar un primer periodo de ensueño.
Si psicológico fue el 3-0, más aún lo fue el 4-0. Ni cuatro minutos se habían disputado del segundo tiempo cuando llegó el cuarto. Gündogan jugó con Grealish, que se la devolvió en la frontal del área para que el alemán disparase a puerta con un tiro raso que superó al meta del RB Leipzig.
Pareció darle cierto celo a Haaland eso de que el marcador del Etihad Stadium registrase goles sin su sello ni su permiso. Y se puso manos a la obra para volver a poner su nombre en el luminoso. En el 53', llegó su cuarto tanto, una diana llena de insistencia y fe. Remató en el área chica un córner, la sacó el portero; Akanji quiso impulsarla de nuevo, pero, otra vez, apareció el meta para meter la mano; y, por último, el noruego remachó para alcanzar su cuarto tanto.
¿Pero quién se iba a conformar con cuatro pudiendo hacer cinco? Él, no. En el 57', Akanji, de nuevo, apareció en el área chica para toparse con Blaswich, que despejó como pudo. Y para sorpresa de absolutamente nadie, apareció Haaland para, con la derecha, mandar la pelota al poste contrario y poner el 6-0.
La eliminatoria se había acabado en el primer tiempo. Y el partido, justo aquí. Guardiola y Rose aprovecharon para repartir minutos y Haaland se fue. Las gradas se pusieron de pie y ovacionaron al crack de la noche. El resto del partido, sinceramente, tuvo poco interés. El RB Leipzig intentó maquillar, el City respiró. Pero, sin embargo, fueron los locales los que cerrarían la goleada con un séptimo tanto.
De Bruyne puso el sello de oro con un golazo desde la frontal que se coló cerca de la escuadra de la meta visitante. El 7-0, 8-1 en el global, no hace más que asustar a unos rivales que ya saben qué nivel de hambre y de locura, de la buena, manejan Haaland y este Manchester City en la Champions League.