Las rivales en el fútbol siempre se viven con mucha intensidad. Por ello, los jugadores que cambian de equipo al máximo rival no suelen ser recordados con buenos ojos por los aficionados del primero.
En el fútbol argentino, el caso suele ser bastante duro y alguno de los jugadores han llegado a recibir amenazas por su decisión. El último caso de futbolista odiado por cambiar de club es Mauro Zárate.
Formado en Velez desde pequeño, el delantero dejó plantado al club el día que debía firmar su contrato. Horas más tarde se conoció su fichaje por Boca Juniors, un cambio de colores que le recordaron en el partido de la Copa de la Superliga.
Unos cuantos años antes Darío Cabrol cabió Unión de Santa Fe por Colón. Más tarde confesaría estar arrepentido de su cambio de orilla. Además, el primero nunca le perdonó la traición, mientras que en el segundo no aceptaron sus orígenes.
Federico Insúa, tras un breve paso por el Málaga, anunció que no jugaría en otro club que no fuera Independiente. Solo un año después, se marchó a Boca Juniors. Se ganó el perdón cuando acudió a jugar con el equipo en Primera B.
Buffarini llegó a San Lorezno para evitar el descenso y se marchó tras ser campeón. También dijo que no jugaría en otro equipo argentino y ahora lleva el azul y amarillo de Boca. En el Nuevo Gasómetro no le quieren ni ver.
Sergio Berti cambio Boca por River en los noventa, tras una mala relación con sus compañeros y la entidad. Por último, Gareca y Ruggeri aprovecharon una huelga de jugadores para mudarse de La Boca a Núñez. Aún hoy se recuerda el cambio.