Livakovic bajó del cielo en el choque entre Croacia y Portugal en la Liga de Naciones y lo hizo para escenificar cómo sería poner al portero en modo Leyenda en un videojuego, pero en la vida real. Los lusos acosaron implacablemente su portería y él ni se imutó.
Paró todos los balones que le llegaban. Dos de ellos fueron estelares. Detuvo, en cuestión de segundos, un par de chuts de Pepe, uno de cabeza y otro con el pie, que eran goles cantados. Los dos fueron desde dentro del área pequeña y el meta tiró de reflejos para despejarlos.
El testarazo fue, quizá, el más complicado. El central golpeó la pelota con mucha violencia y el cancerbero puso las manos en el lugar perfecto para desviarla. El tiro con el pie no pareció tan complicado, aunque hicieron falta reflejos felinos para mantener el empate.
Los jugadores de Portugal no se lo creían y la cosa no acabó ahí. Continuaron bombardeando la meta buscando abrir la lata y se encontraron con el palo hasta en tres ocasiones. Ni Livakovic ni su propia portería, que había cobrado vida, estaban dispuestos a conceder nada.