En Glasgow se confirmó que Croacia necesita un cambio de era. La retirada de la Selección de Rakitic, junto al notable cansancio que acumula Modric tras una temporada eterna, han hecho que el equipo ajedrezado haya dado un bajón de juego descomunal. Y la República Checa, dentro de sus limitaciones, supo aprovecharse de ello.
La tranquilidad obviamente sirvió de mucho a los checos, que llegaron al importante choque de la jornada 2 tras vencer a Escocia en una exhibición de la sorpresa Patrick Schick, que este viernes volvió a aparecer para poner por delante a los suyos. Pero no fue una campanada el resultado: la República Checa jugó mucho mejor que Croacia en varios momentos del encuentro.
De hecho, en los primeros minutos fue muy dominadora la Selección de Jaroslav Silhavy, que mostró sus mejores armas ofensivas con un juego vistoso, combinaciones veloces y la conexión con las bandas para llegar a la meta de Livakovic. Boril tuvo la primera con una volea desviada y el asedio de los checos fue a más.
Croacia no reaccionó. Le costó mucho entrar, al igual que frente a Inglaterra. Modric tuvo muchos problemas para entrar en juego y una jugada aislada desequilibró la primera parte a favor de la República Checa: un codazo de Lovren que fue revisado por el VAR y que dejó sangrando a un Patrick Schick que fue el autor del tanto desde los once metros, tras engañar a Livakovic.
Respondió Croacia, pero el 0-1 se mantuvo al descanso. Los cambios sí que funcionaron para la segunda parte, con el tempranero gol de Perisic, el mejor de los croatas durante los 90 minutos, tras una perfecta diagonal, un mejor recorte y un potente disparo que sorprendió a Vaclik, algo lento en la reacción.
Pero cuando parecía que Croacia se iba a venir arriba por el empate, el bajón físico fue muy sorprendente. Eso y que el equipo carece de una falta de identidad muy clara. Quiere contragolpear, pero no sale en velocidad y las posesiones son la mar de previsibles. Solo un zarpazo de Perisic le salvó de la hecatombe.
La República Checa no se encerró e intentó con todos sus medios apretar por banda y llegar con un juego más directo. Pero Croacia, que dominó el balón mayoritariamente en la segunda parte, le hizo retroceder. Vlasic agitó un poco la coctelera, pero le faltó acierto y puntería al combinado ajedrezado en los últimos metros.
Empate justo en Glasgow que confirma la decepción de Croacia en esta Eurocopa 2020. Ahora está obligadísima a ganar a Escocia en la última fecha y a esperar, mientras que la República Checa sigue su serio camino hacia los octavos de final, con una versión de juego convincente. Y con Patrick Schick como héroe local.