Y lo mejor de todo es que no es la primera vez que ocurre. "Nos hemos dado cuenta de que existen grandes picos en el sismograma durante los partidos del Leicester. Hemos llegado a la conclusión de que es la medición real de pequeños terremotos producidos por la liberación súbita de energía de los aficionados con cada gol del equipo", declaró a 'The Sun' un experto en geología local.
El mini-terremoto que provocó el gol de Ulloa alcanzó un 0,3 en la escala Richter. Puede parecer poco, y de hecho, a nivel geológico, es ridículo (equivale a la detonación de una granada de mano), pero hay que tener en cuenta cómo se alcanzó esa magnitud: celebrando un gol en el último minuto. A veces el fútbol es grandioso.