El fútbol saca lo mejor y lo peor de Guardiola. El técnico catalán obra maravillas con sus equipos, pero en ocasiones pierde los papeles o se ve envuelto en polémicas hasta cuando no lo pretende.
El incidente en el túnel de vestuarios del Wigan fue el último de una lista de encontronazos que ha tenido Guardiola con los entrenadores rivales, árbitros, jugadores del otro equipo y hasta con los del suyo propio.
La más reciente tuvo lugar a finales de 2017, cuando tras un City-Southampton Guardiola tuvo un 'enganchón' con Nathan Redmond que finalmente quedó en nada. Parecía que le estaba echando algo en cara y resultó ser una arenga. Porque Guardiola es así.
Ante el Chelsea de Conte también tuvo un momento muy poco zen. Tuvieron algo más que una charla amistosa, y siguieron en el túnel de vestuarios.
En la Bundesliga Guardiola también perdió los nervios en alguna ocasión. Famosa fue su bronca a Bibiana Steinhaus, cuarta árbitra de un Bayern-'Gladbach de 2014, a raíz del escaso tiempo extra concedido por ésta.
Quizá la bronca más espectacular que se le recuerda fue con Solbakken, entrenador del Copenhague, cuando entrenaba al Barcelona. La discusión entre ambos fue tal que Sergio Busquets tuvo que llevarse a su entrenador para evitar males mayores.
Los jugadores rivales tampoco estuvieron a salvo de sus iras. Wilshere o De Jong comprobaron su temperamento de primera mano, e incluso sus propios jugadores.
A Eto'o le echó una bronca apoteósica por no cambiarle la posición a Messi como le ordenó, pese a que gracias a eso el camerunés le dio la victoria.
Y el mismo Messi se llevó alguna cuando le entrenaba. La más famosa, una charla en una pretemporada, allá por 2008 cuando las cámaras de 'Cuatro' captaron al de Santpedor desafiar a Messi. "¡Dímelo a la cara!", le espetó al argentino.
Ninguna fue a mayores, pero no son pocos los encontronazos que acumula ya el técnico español. Eso sí, una minucia, un juego de niños en comparación con los de los auténticos profesionales del desquicie ajeno.