Muchos jugadores llegan a la élite por un camino de rosas. Con sus espinas, sus esfuerzos y sus sacrificios, sí, pero desde jóvenes ya descubren una autovía que apenas le mete por los fangos de los carriles que puede llegar a esconder el fútbol.
Salido del Alcoyano, Torró ingresó en la cantera del Real Madrid y parecía que daba un paso importante para su futuro. Y así lo fue, pero tras marcharse del Castilla tuvo que ponerse el mono de trabajo durante dos temporadas.
En su último año en La Fábrica, una pubalgia lo tuvo alejado de los terrenos de juego nueve meses. Aun así, se levantó del varapalo y el Oviedo confió en sus cualidades.
Este mediocentro defensivo pronto se hizo con las riendas de la medular ovetense. Sumó 3.461 minutos en 40 partidos oficiales (un gol) después de apenas pasar los 300 el curso anterior por culpa de la lesión.
Su gran año le llevó a Osasuna, donde repitió éxitos. 39 encuentros, 3.144 minutos y, además, un gol y cinco asistencias. Tanto fue así que le llegó la gran oportunidad de su carrera.
El Eintracht de Frankfurt abonó los 3,5 millones de euros de su cláusula. Desde el primer momento, Hütter le hizo un hombre importante en el equipo. Hasta la fecha, ha jugado titular los cuatro partidos oficiales de los alemanes, incluida la final de la Supercopa ante el Bayern. Sólo se ha perdido siete minutos de DFB Pokal, sumando un total de 353.
Ahora, ante el Borussia Dortmund tiene una nueva oportunidad de seguir consolidándose en la Bundesliga. Ante Bayern, Ulm, Freiburg y Werder Bremen ya demostró que, a sus 24 años, tiene mucho que decir en el fútbol europeo.