Como si de una maldición se tratara, desde que Dani Alves diera plantón a Sao Paulo, el club no ha ganado un partido. Ha perdido los dos que ha disputado, ante rivales que, sobre el papel, debería haber tumbado.
Dani Alves se hartó de Sao Paulo. Una cosa es jugar por placer, y otra muy distinta hacerlo gratis y sin expectativas de cobrar. El campeón olímpico no estaba dispuesto a seguir en esa situación y plantó a su club.
Se marchó, al menos hasta que le paguen lo que le deben. O hasta que aparezca alguien que le quiera contratar. Y Sao Paulo se hundió.
Dani Alves, a sus 38 años, estaba viviendo una segunda juventud en Sao Paulo, y el club lo agradecía. Había vuelto a ser competitivo... y ahora se ha hundido.
A la derrota ante Fluminense le ha seguido la eliminación de la Copa a manos de Fortaleza. Dos reveses que merman las aspiraciones del conjunto tricolor esta temporada. Y cada vez parece menos probable que Dani Alves reaparezca como su salvador.