El central del Eintracht de Frankfurt quiso jugar hoy pese a todo. Había estado jugando con el cáncer en su interior, dos partidos más no iban a cambiar nada.
Un gesto valiente y que sin duda la honra, que demuestra su compromiso con su equipo y su amor por este deporte.
Pero si hay alguien en algún lado que mueva los hilos de este teatro llamado mundo, hoy ha quedado claro que es un cretino de dimensiones inabarcables.
Si no hay nadie que decida nuestro destino, entonces el mundo es un lugar odioso, capaz de amargar la existencia al más optimista al permitir que sucedan cosas como la que ha ocurrido hoy.
El Eintrach se jugaba hoy la permanencia en la Bundesliga, ante el Nürnberg, a ida y vuelta. Hoy jugaba en Frankfurt, hoy jugaba en casa, hoy Russ jugaba el que iba a ser su último partido ante su afición y muy posiblemente de su carrera.
Hoy Russ adelantó al Nürnberg, el rival, al filo del descanso con un gol en propia puerta que puede sentenciar al Eintracht al descenso.
Un 'palo', sin ninguna duda. Pero el verdadero partido de su vida se juega el próximo martes, cuando será operado del tumor que pretende acabar con él.
Ojalá pueda recuperarse y que lo de hoy contra el Nürnberg quede en una anécdota de mal gusto que el destino le había deparado.
Ojalá no se recuerde a Marco Russ como el futbolista con peor suerte del mundo de este deporte.