No es una rivalidad de esas que la prensa alimenta. Ni siquiera se ve animadversión entre ellos. De hecho, es hasta posible que ni siquiera sepan de esta rivalidad. Pero lo cierto es que Thomas Müller es, por méritos propios, un ogro para Leo Messi.
Todo empezó en 2010. En el Mundial de Sudáfrica. En cuartos de final se enfrentaron Argentina y Alemania, y ganaron los teutones por 4-0. Fue una paliza tremenda, que dejó a la 'Albiceleste' patidifusa. Leo Messi, quien iba a ser el Balón de Oro ese año, se quedó sin Mundial.
Müller fue protagonista de aquel duelo. El alemán marcó uno de los goles, y firmó un partido notable, el cual le costó el puesto a Diego Armando Maradona (a cuyas órdenes Leo Messi había encajado su peor derrota como profesional hasta el 2-8 del Bayern en Lisboa, el 6-1 que Bolivia le endosó a Argentina en las Eliminatorias previas a este Mundial).
Sus caminos se volvieron a cruzar tres años después, en semifinales de la Champions League de la temporada 2012-13. El Bayern ganó en la ida 4-0, con doblete y asistencia de Müller, ante la impotencia de un Messi que ni jugó en la vuelta, en la que el bávaro volvió a ver puerta.
El año siguiente, en Maracaná, sus caminos volvieron a cruzarse. Esta vez no fue una goleada, pero quizá fuera la derrota que más ha dolido a Messi de toda su carrera, el 1-0 en la final de Brasil 2014. Müller fue titular, jugó todo el partido, pero no marcó. El héroe aquella tarde fue Götze.
Y así llegamos hasta este 2-8, seis años y unas semanas después. Y, sí, Messi también ha ganado partidos a Müller, pero el bávaro también compensa esas suertes. Por ejemplo, en las semifinales de Champions de 2015.
El Barça ganó 3-0 la ida, con doblete de Messi, y dejó la eliminatoria sentenciada. O casi. Porque en el partido de vuelta el Bayern amenazó con remontar, y no lo hizo gracias al doblete de Neymar. Müller, en un arreón final de los bávaros, marcó el tercero de los suyos, maquillando la eliminatoria para un global de 5-3.
Con 30 y 33 años, puede haber sido la última vez que Müller y Messi crucen sus caminos. Quizá no, y Leo tenga oportunidad de despedirse con un partidazo de su némesis. Lo único seguro es que, de haber revancha, el resultado difícilmente será tan abultado como el visto en Lisboa.