La negociación más mediática de la historia repartió frustración a espuertas. Uno de los culebrones más enrevesados que se recuerdan finalmente quedó cerrado con la continuidad del jugador en París. El final que no deseaban ni el jugador ni el Barça.
Sí el PSG, que accedió a negociar más de cara a contentar al jugador que de hacerla realidad. Es más, Nasser Al-Khelaïfi siempre prefirió verlo en el Madrid en el caso de que finalmente se hubiera hecha efectiva su salida.
La hora bruja terminó de sepultar las esperanzas, aunque el pescado estaba vendido ya desde 48 horas antes, cuando Neymar comunicó a todos los interesados que no se iba a producir ningún movimiento en torno a su salida.
La estrategia de erosión del 'canarinho' salió rana. Continuamente flotó la sensación de que sería complicado arrancarle de París viendo las ofertas de Bartomeu y las exigencias francesas. Hasta se llegaron a filtrar imágenes de Neymar vestido de azulgrana. Pero no hubo final feliz.
Tras meses bastante estresantes, con una acusación por presuntación violación posteriormente archivada, una lesión de tobillo y su situación de rebeldía en París, el jugador espera volver al Barça para por fin volver a disfrutar del fútbol.
Al-Khelaïfi ya le había bajado el pulgar y el Parque de los Príncipes le había sentenciado, como quedó claro en el arranque de la Ligue 1. Y aunque en un momento dado no le hubiera importado ir al Madrid con tal de abandonar París, prefería regresar junto a su adorado Leo Messi. Incluso estaba dispuesto a poner dinero de su bolsillo.
La negociación más dura y frustrante de Bartomeu
El PSG nunca quiso al jugador en el Barça, e hizo lo posible por evitarlo, a veces hasta dando la sensación de que negociaba en vano. Aunque también el Barça. El primer intento de Bartomeu, ya en suelo parisino reunido con los dirigentes parisinos, dejó clara la abismal diferencia.
El cuadro catalán ofreció dinero y la inclusión de Coutinho en el trueque. El "no" fue rotundo; la presencia del brasileño fue el único punto en común, pero el Paris Saint-Germain pidió más millones y los derechos de Semedo.
La marcha de Coutinho al Bayern abrió un nuevo decorado que obligaba a un gran esfuerzo económico por parte del Barcelona. Bartomeu redactó la propuesta por escrito y la envió, pero Al-Khelaïfi dio un nuevo portazo por considerarla insuficiente.
Ante la tensión de la cuerda, el presidente del Barcelona dio un contundente paso adelante para comenzar las últimas ofensivas finales, que volvieron a llevar a una comitiva a París. Ahí comenzaron a ceder los galos, también por la, al fin, mayor implicación de Ney dejando claras sus intenciones.
La segunda y última cumbre en París no dejó un acuerdo, pero sí lo que parecía el germen del cambio del curso de las aguas. También horas frenéticas con súbitos cambios de escenario. Que si solo dinero, que si jugadores en el intercambio. Hasta siete nombre diferentes entraron a escena...
Pero la última propuesta azulgrana, la que parecía irrechazable, 125 millones más la cesión de Dembélé y el traspaso de Rakitic, quedó nuevamente rehusada. Para dejar claro el deseo del emirato catarí: que Neymar no se vendía.
Así que del fichaje se pasó a la operación de lavado de imagen del brasileño ante la hinchada, un trabajo que le llevará meses a Nasser Al-Khelaïfi.
Una operación de meses
La marcha del brasileño empezó a sonar como una operación posible a principios de agosto. El director deportivo de los parisinos, Leonardo, avanzó que su venta estaba adelantada. Poco después, Tuchel mostró su resignación ante su adiós, al igual que hizo Mbappé al término del estreno liguero.
Al día siguiente, ya no había rastro de Ney en las tiendas oficiales; todo estaba candente. Hasta que comenzaron las reuniones y el brasileño no dejó de ser portada diaria de los grandes medios durante semanas.
Eso sí, cuesta situar la fecha exacta de la génesis de las negociaciones. Y es que ya en su primer año en Francia no dejó de oírse la cantinela de un posible retorno, amén de flirteos con el Real Madrid que durante algunas fases dieron consistencia a la posibiliad de un futuro en blanco.
Un giro clave fue la irrupción de Messi sobre el tablero, que cambió la situación radicalmente. Justo cuando el Barcelona se había plantado en su rechazo a repescarlo, la estrella argentina pidió su vuelta. Y hasta hizo lo posible por evitar que fuera al Bernabéu.
Lo que el argentino dice va a misa en el Camp Nou, así que Josep Maria Bartomeu tuvo que cambiar radicalmente sus postulados y poner en marcha una operación de gran ingeniería económica, altas dosis de sensibilidad y bastante paciencia.
La maquinaria entró en acción. Aunque el PSG llegó a pedir incluso más dinero que el pagó en su día por llevárselo, todo giró siempre en torno a qué jugadores eran los incluidos en la operación. Y siempre con un condicionante para el Barça: el rompecabezas económico para dar cabida al astronómico sueldo del atacante.
El club catalán también fijó condiciones para Neymar, del que esperaba un pronunciamiento público a favor del Barça, una rebaja en su sueldo y que retirara sus demandas judiciales. La actitud del jugador fue conciliadora en cierto modo durante sus vacaciones, en las que mandó algunos guiños en clave azulgrana, aunque insuficiente a ojos de Bartomeu. Hasta que, con el cierre del mercado acechando, se posicionó ante Leonardo.